Agosto es el mes vacacional que más nos afecta. Salida masiva en busca de paisajes nuevos, de playas o de montañas, para respirar mejor, para descansar plácidamente, para encontrar lo que siempre andamos buscando: saborear la vida en sus mejores vertientes. A vuela pluma, podemos colocar en nuestra agenda algunas sugerencias, desde la orilla de la trascendencia y la esperanza.
Primera, ama la naturaleza: el sol, el campo, el agua, la sombra, la vida.
Segunda, no huyas del trabajo ya que en él te realizas, pero el descanso es necesario. Valora, pues, el trabajo y el descanso.
Tercera, el tiempo es un lujo en nuestras manos. No seamos de los que "matan el tiempo", sino de los que lo viven como don precioso.
Cuarta, abre horizontes a tu vida. Las vacaciones son para regenerarse, oxigenarse, romper la monotonía. Sería muy triste no hacer nada.
Quinta, goza del mundo y de la vida. Si vas a la playa, nada en el mar y vive; si vas a la montaña, respira el aire puro y admira las maravillas de la creación.
Sexta, enriquece el tiempo: contempla de noche las estrellas, anda un poco, camina, pasea serenamente, contempla los bellos atardeceres.
Séptima, enriquécete a tí mismo, leyendo un buen libro, reflexionando sobre lo que has leído, tomando apuntes, iluminando tu mente.
Octava, no des vacaciones al Buen Dios, búscale en silencio y descubre su presencia en tantos paisajes nuevos como nos interrogan sobre el sentido de nuestros pasos.
Novena, ensaya nuevos gestos y actitudes en tu vida, por ejemplo, escuchar más a los demás, sonreír al prójimo, ofrecer ayuda a quienes encontremos en apuros.
Décima, configúrate de nuevo y coloca en tu vida una consigna: la vida es la realización de nuestros proyectos, pero también y sobre todo, la construcción de un mundo nuevo y mejor, comenzando por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestro entorno.
Feliz descanso.