La Maison en Petits Cubes (つみきのいえ, Tsumiki no ie) es un cortometraje animado japonés creado por Kunio Katō. Fue ganador del Premio Cristal del Festival Internacional de Películas Animadas de Annecy en 2008 y de un Premio Oscar al mejor cortometraje animado en 2009. La película trata acerca de un anciano solitario que vive en una ciudad cubierta por el agua. Como el agua sube, este se ve obligado a añadir niveles adicionales a su casa con ladrillos (los cubos) a fin de permanecer seco y no ahogarse por la subida del agua. Un día se cae su pipa favorita por una trampilla, que atraviesa varios pisos y cae hasta los niveles más bajos de su casa, inundados desde hace tiempo. El anciano se pone un traje de buzo, y decide bajar por la trampilla en búsqueda de su pipa (Fuente: wikipedia)
La Maison en Petits Cubes es una metáfora de la vida humana. El agua representa el tiempo y su inevitable transcurrir que va inundando y marcando las etapas en la vida de cada persona. El video nos da a entender que cuando el anciano emprende la búsqueda de su pipa ha llegado casi al final de su existencia. Con esto claro podemos analizar lo siguiente:
1. Un elemento clave del video: el tiempo. Ninguna etapa es eterna y no podemos vivir como si esto no fuese así. El anciano construye su siguiente hogar antes de que el tiempo inunde la etapa en la que actualmente vive. Su vida está en constante movimiento y aprender a vivir sin instalarse es una virtud fundamental. La intrínseca precariedad que caracteriza aquella ciudad acuática es la misma precariedad que caracteriza la vida humana. Al igual que el anciano, también el hombre es peregrino en esta vida, anhelamos una estabilidad que no podemos alcanzar en la tierra; sin embargo, intuimos que nuestro corazón tiende hacia ella.
2. Todos los grandes edificios de la ciudad sumergida en el agua siempre empiezan con un pequeño proyecto lleno de amor. Es ese momento inicial que sirve de soporte para todo el resto de la construcción. Parece paradójico pero no lo es, porque no es la casa física la que funge de cimiento, es el sueño que yace en el corazón de aquellos jóvenes enamorados que dará vida a ese gran edificio. Los ideales chatos producen edificios que se agotan antes de tiempo; los ideales amplios, frutos del amor y de la donación personal, producen edificios que logran perdurar en el tiempo. Por poner un ejemplo, ¿cuántos son los matrimonios que hoy en día empiezan sin grandes ilusiones de durar para siempre? Muchísimos. Pueden empezar con una gran casa, trabajos importantes y excelentes perspectivas económicas pero si no tienen lo más importante: un proyecto de amor que vaya más allá de ellos mismos y sus caprichos, lo único que hacen es construir un edificio de pocos pisos, uno de esos hogares abandonados en el triste azul del fondo del mar.