El egoísta, y siempre que sea inteligente y no sea envidioso, puede incluso llegar a hacer el bien a través de su pecado (lo que ojo, no convierte en bueno ese pecado). Y voy a intentar demostrárselo. Imaginen Vds. a un empresario egoísta que conforme a su pecado, quiere hacerse muy rico para tener muchas cosas, más que nadie en el mundo. Pero como de acuerdo con las premisas que hemos establecido es inteligente y no es envidioso, se dice a sí mismo: “Pero claro, para hacerme muy rico y tener más que nadie, tengo que pagar bien a mis trabajadores, porque si no les pago bien, van a trabajar mal, y no me van a enriquecer”.
Les propongo ahora otro caso diferente, el que da título a este artículo. Eran dos médicos de la Seguridad Social: el uno era egoísta y el otro era envidioso. Se presenta ante la consulta de cada uno de ellos un paciente que, gravemente enfermo, había hecho realizar su costosa operación a un cirujano muy afamado al que había pagado de su bolsillo. Su intención, que la Seguridad Social, a la que también había pagado a través de las muchas cotizaciones realizadas después de una larga vida de trabajo, le diera las medicinas de su convalecencia con la rebaja que le correspondía en atención a sus circunstancias personales.
Les relato ahora la reacción del médico egoísta y la del médico envidioso.
El primero se dijo: “¡Ummm qué bien, este pobrecito desgraciado, después de haber pagado más que nadie a la Seguridad Social, encima nos ha ahorrado una operación costosísima a la que tenía derecho y ahora viene a que le dé cuatro medicinas de pacotilla… Démoselas y ojalá que cuando vuelva a recaer siga confiando en su médico, siga pudiéndoselo pagar, y vuelva a ahorrarnos la costosa operación, y así, sólo tengamos que pagarle las medicinas!”
Y ahora la del médico envidioso: “Te has pagado el mejor cirujano del país… ¿y ahora vienes a que te dé yo las medicinas? Pues fuiste capaz de pagarte la operación… ¡págate ahora tú también los medicamentos! ¿Que te crees, acaso, tú, mejor que los demás?”.
Y poco más por hoy, queridos amigos: que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Y esta vez otro voto: ¡cuídense del envidioso!
©L.A.
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