Lo que nos faltaba, dirán algunos: un nuevo partido; ya tenemos bastantes y ahora viene uno más, y al final nos vamos a encontrar con toda una serie de partidos de un signo y de otro, y no vamos a poder entendernos de cara a un gobierno fuerte, decidido a gobernar con tiento y con justicia. En principio, y sin creerme profeta, y sin hablar en nombre de nadie, ni siquiera como obispo, pienso que sí.

Ante nuestro presente y nuestro futuro, vemos muchas cuestiones importantes que ni solucionan los unos ni solucionan los otros, y así vamos a seguir con que nuestra sociedad, carente de valores fuertes y sólidos, siga en declive y seguiremos teniendo los grandes problemas de la corrupción, de la impunidad de muchos grandes corruptos, de diferencias abismales de sueldos, de mucha gente que está pasando hambre y con ganas de un puesto de trabajo. ¿Es posible que continuemos así? Porque si siguen actuando como ahora los mismos partidos que ahora tenemos, no creo que sea posible una solución justa, como tampoco creo en la solución de “PODEMOS”, semejante a la dictadura del proletariado en la segunda república.

Pienso referirme en esta reflexión a tres cuestiones básicas y trascendentales: VIDA, FAMILIA Y EDUCACIÓN, cuestiones de muy difícil solución mientras tengamos concepciones distintas de la misión de la autoridad y de sus funciones dentro de la vida comunitaria.

En cuanto a la vida, ¿quién les ha dado a nuestros presidentes de antes y de ahora, la potestad de permitir legalmente la supresión de vidas inocentes? Y con respecto a la familia ¿quién se la ha dado para ampliar el concepto de familia a las uniones homosexuales y que puedan estas uniones adoptar niños, privándoles de tener un padre o una madre? Y ¿con qué razón usurpan el derecho de los padres a que sus hijos sean educados según el criterio de los mismos? Si son creyentes, les preguntaría si esa potestad se la ha dado Dios, y si no lo son, les preguntaría quién se la ha dado.

Refiriéndome sólo a estas tres cuestiones, gravísimas además, me pregunto ¿dónde está la diferencia del tratamiento de las mismas entre el partido que nos gobierna, el que nos ha gobernado anteriormente y los más a la izquierda? Pues, más que diferencia diría que todos se asemejan, ya que todos fallan en sus propuestas porque la autoridad no puede exceder sus competencias y todos las han excedido en estos tres puntos, y el derecho natural está por encima de todos los derechos.

Y en cuanto al partido que nos está gobernando no ha corregido nada de esto, por lo que me da la impresión de que muchos de sus miembros piensan lo mismo que los de otros partidos. Y si no son coherentes con sus principios, una de dos, o es por miedo a represalias si rompen la disciplina de voto o porque no quieren que se enfade la oposición y organicen grandes alborotos, manifestaciones y griterío, lo cual no me parece una actitud coherente.

Sobre la conveniencia de un nuevo partido veo una posibilidad aunque no sé si sería viable. ¿Un partido que fuese confesional? No, porque aparte de que tendríamos más tensiones; las confesiones religiosas no son para dirigir la sociedad. Pero creo que sí podría crearse un partido cuyos objetivos estuviesen basados en la ley y el derecho natural, como el derecho a la vida, a la libertad, a la familia, al derecho de los padres en cuanto a la línea educativa para sus hijos, al trabajo...

Después de esta primera reflexión, hablaremos de la conveniencia de un nuevo partido no confesional, pero sí con valores morales y humanos.

José Gea