No desconociendo lo doloroso que fue y es el tema de los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes a menores, se sigue manipulando la información, tergiversando los datos, calumniando a Benedicto XVI, amplificando las cifras hasta el ridículo y manipulando el contexto de las acciones de la Iglesia.
Muy poca gente sabe lo que realmente sucedió en la Iglesia mientras la inmensa mayoría vivía -y todavía viven- de los titulares. Es para pensar, que de tanto reiterar una mentira, se vuelve evidente para muchos. Y obviamente hay realidades que no son, ni fueron noticia.
Estos días escuchando Radio y viendo titulares de prensa como: "Es la primera vez que un Papa pide perdón personalmente a las víctimas de abusos", refiriéndose a Francisco, nos damos cuenta de la ignorancia sobre el tema. No es la primera vez, ni hay nada nuevo en la forma de afrontar el tema.
No fue noticia que Benedicto XVI se encontró personalmente con víctimas de abusos, pidiéndoles perdón, abrazándolos y rezando con ellos, en reiteradas ocasiones (Estados Unidos, Australia, Malta, etc.). ¿Por qué dicen que es la primera vez que sucede esto?
No fue noticia que Benedicto XVI entre 2011 y 2012 destituyó a 384 sacerdotes por abusos sexuales, entre otras medidas en lo que se conoció como "tolerancia 0" con los abusos sexuales dentro de la Iglesia durante su pontificado, y se creó una guía para casos de abuso y una legislación severa que rige en la actualidad.
Nada justifica un crimen de abuso sexual, y menos comparando cifras con otras instituciones donde sea más extendido. Nada justifica un solo delito contra una víctima inocente en manos de un perverso. Pero eso no significa que dejemos que se mienta tan descaradamente contra una institución que ha dado el ejemplo en el combate a un mal tan nefasto. Y quien más ha trabajado duramente contra este flagelo fue sin dudas, y con excesiva evidencia, Benedicto XVI. Solo que no tuvo prensa, o tenía demasiada en contra.
Solo para compartir uno de esos encuentros de Benedicto, pueden leerlo en: http://www.jornada.unam.mx/2010/04/19/politica/013n1pol
Y cito textualmente a Benedicto XVI cuando dijo en Sydney el 19 de julio de 2008:
"Deseo hacer aquí un inciso para reconocer la vergüenza que todos hemos sentido a causa de los abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos de esta Nación. De verdad estoy profundamente mortificado por el dolor y el sufrimiento soportados por las víctimas y les aseguro que, como su Pastor; comparto su sufrimiento.
Estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco. Éstos han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia. Os pido a todos que apoyéis y ayudéis a vuestros Obispos, y que colaboréis con ellos en combatir este mal. Las víctimas deben recibir compasión y asistencia, y los responsables de estos males deben ser llevados ante la justicia. Es una prioridad urgente promover un ambiente más seguro y más sano, especialmente para los jóvenes.”
La Iglesia ha tomado medidas como ninguna otra organización en el mundo. Ha tomado decisiones implacables y muy estrictas, con gran transparencia.
Las verdaderas cifras
Mons. Scicluna promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la fe, llamado el"fiscal" de la Santa Sede, expone en el 2011 los verdaderos números de las denuncias.
Durante el período 2001 a 2010 se realizaron 3000 denuncias de sacerdotes que cometieron delitos en los últimos 50 años. Muchos de ellos son muy ancianos y otros ya fallecidos. Del total de 3000 denuncias,la inmensa mayoría eran vínculos con adultos o adolescentes del mismo sexo (60%), un 30% de relaciones heterosexuales, y el 10% fueron denuncias propiamente de pedofilia. Los casos de sacerdotes acusados en todos esos años anivel mundial de pedofilia son 300.
Esto no significa menospreciar los delitos que se hayan cometido, sino situarlos en su auténtico contexto. Y sería bueno reconocer a Benedicto XVI toda su larga batalla contra los abusos sexuales en la Iglesia -entre otras cosas-, gracias a la cual, Francisco con la misma convicción sigue trabajando en la misma línea.