"Estuve enfermo y me visitasteis".
 
Siguiendo lo que vemos en Cristo y su palabra sobre acompañar a los enfermos, la Iglesia atendió a los enfermos, los consoló, los ayudó, incluso creó instituciones sanitarias y benéficas cuando nada de esto existía. ¡Hagamos memoria histórica de la caridad en la Iglesia!
 
 
Los enfermos forman parte de la comunidad cristiana, son sus miembros dolientes, aunque estén en casa y no se puedan desplazar.
 
Son realmente pobres, porque carecen de la salud. Una parroquia jamás los puede olvidar y uno de sus pilares en la acción pastoral es "la pastoral de enfermos".
 
"Aquí podemos ver toda la importancia de la pastoral de los enfermos, cuyo valor es verdaderamente incalculable por el bien inmenso que hace, en primer lugar al enfermo y al sacerdote mismo, pero también a los familiares, a los conocidos, a la comunidad y, por caminos desconocidos y misteriosos, a toda la Iglesia y al mundo" (Benedicto XVI, Hom. en la XVIII Jornada Mundial del Enfermo, 11-febrero-2010).
 
La pastoral de enfermos nace de la cáritas (ágape) cristiano. Es tarea difícil porque difícil es encontrarse ante el sufrimiento; es pesada, de domicilio en domicilio, escuchando casi lo mismo (el cuadro médico, las últimas dolencias, historias que se repiten sin acordarse que ya lo contaron)... Es tarea que pasa desapercibida y en nada luce: no es un proyecto misionero, ni una reunión de Cáritas, ni una convivencia juvenil, cosas éstas que parecen más "pastorales" y evangelizadoras. Más aún, quienes suelen tener más en la boca la palabra "pobres" y "opción por los pobres", normalmente desatienden estas realidades o no le dan la suficiente importancia porque la ven como "sacramentalismo".
 
Sin embargo, la pastoral de enfermos surge por el dinamismo de la caridad cristiana y del mandato del Señor:
 
y esto ayuda al enfermo con una fe débil porque se vuelve a encontrar con el Señor o con una fe fuerte, en cuyo caso, le llevamos a Cristo y los beneficiarios somos nosotros mismos, que quedamos edificados por la fe y visión sobrenatural del enfermo;
 
y esto ayuda a la familia, con una presencia serena de la Iglesia, que anima, y puede ser determinante para que la familia del enfermo sea evangelizada y vuelva a la Iglesia.
 
La pastoral de los enfermos es, en sentido amplio, evangelizadora, aunque no se dirija a muchedumbres, sino a un enfermo y su ámbito familiar.
 
Debemos cuidar mucho la pastoral de enfermos en las parroquias, dedicarle el tiempo necesario, la oración imprescindible para este ministerio de consolación.