Llegaron los años turbulentos de la Revolución francesa. En 1791, cuando los hermanos y el mismo superior general se vieron obligados a abandonar la casa situada en la Rue Neuve, con la esperanza de que pasara el temporal, quedó él solo para custodiarla. Aun vestido con traje civil, no debió pasar inadvertido, ya que acudía a la iglesia en la que celebraban misas los sacerdotes que no habían prestado juramento o escapado.
El 15 de agosto de 1792 guardias revolucionarios franceses entraron a su casa, lo arrestaron y lo condujeron al convento de las Carmelitas. En septiembre fue ajusticiado en el jardín, teatro de una de las más terribles matanzas que tuvieron lugar durante aquellos años turbulentos: 166 entre sacerdotes y religiosos, encarcelados por haberse negado a jurar la Constitución Civil del clero, fueron masacrados allí sin ningún juicio y sus cuerpos echados a un pozo o sepultados en fosas comunes excavadas en el jardín.
LAS CARMELITAS DE COMPIÈGNE. En la entrada anterior recordábamos que hace unos días el papa Francisco autorizó el proceso de canonización por equipolencia de las carmelitas de Compiègne guillotinadas durante la Revolución Francesa. Las 16 carmelitas fueron condenadas a la guillotina y asesinadas el 17 de julio de 1794, acusadas de “fanatismo y sedición”. Un proceso de equipolencia significa que no hay necesidad de reconocer un milagro intercedido a través de las beatas para que eventualmente sean canonizadas. La autorización de proceso de canonización por equipolencia fue concedida en respuesta a una solicitud de la Conferencia Episcopal de Francia.
Durante el período más agudo del anticlericalismo de la Revolución Francesa, los monasterios y los conventos fueron suprimidos. Las monjas carmelitas del monasterio de Compiègne rechazaron secularizarse y se negaron a clausurar el monasterio por lo que fueron arrestadas en junio de 1794. Sucedió durante el llamado Terror. Las religiosas fueron encarceladas en Cambrai. Más tarde, las monjas carmelitas fueron trasladadas a París.
Allí fueron juzgadas y sentenciadas a muerte por alta traición. La sentencia se llevó a cabo el 17 de julio de 1794, día en el que las religiosas fueron guillotinadas. La ejecución tuvo lugar en la Place de la Nation, antigua Place du Throne, en París, donde el 17 julio de 1794 se llevó a cabo la sentencia las monjas fueron guillotinadas el 17 de julio de 1794. Una a una, las monjas subieron al patíbulo a las 8 de la noche, mientras entonaban cantos gregorianos. Tras la ejecución, los cuerpos de las monjas fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Picpus. Fueron beatificadas por san Pío X el 27 de mayo de 1906.
Tras este grupo, tres padres de la Congregación de la Misión: Luis José François (bajo estas líneas, a la izquierda de la estampa), Juan Enrique Gruyer (bajo estas líneas, a la izquierda de la estampa) y Pedro Renato Rogue.
Pío XII beatificaría al sacerdote Juan Bautista Turpín de Cormier y a 18 compañeros, a los que conocemos como los mártires de Laval. Decenios después, como ya recordábamos en las entregas anteriores, san Juan Pablo II beatificaría a dos grupos numerosos: los 64 mártires de los “pontons de Rochefort”, en 1984; y los 99 mártires que murieron en Angers en el bienio 1793-94.
MÁS CAUSAS
Jean de Viguerie en su obra Cristianismo y revolución (Madrid 1991) nos recuerda que hay otras “causas” en vías de estudio que seguramente desembocarán en nuevas beatificaciones. Se trata entre otras de:
- Jean Poulin, sacerdote, nacido en Arras, ejecutado el 22 de agosto de 1793, y otras 157 víctimas de la misma ciudad ejecutadas entre 1793 y 1798.
- André Ignace Joseph Gousseau, sacerdote, nacido en Valenciennes, ejecutado el 19 de octubre de 1794, y otros 46 sacerdotes y religiosos ejecutados en la misma ciudad entre 1792 y 1799.
- Thomas Merle de Castillon, nacido en Aiguillon, ejecutado en Lyon en 1793, y otras 71 personas ejecutadas en Lyon entre 1792 y 1794.
- Cinco capuchinos ejecutados en Nîmes el 14 de junio de 1790.
- 39 sacerdotes y religiosos ejecutados en L´Île-Madame entre 1793 y 1795.
- 110 niños menores de siete años masacrados en Lucs-sur-Boulogne en La Vendée por los soldados de la “columna infernal” del general Cordellier.
“La lista en sí ya es impresionante, pero el historiador, sin esperar la decisión de la Iglesia, puede añadir a ella innumerables víctimas que perdieron la vida en defensa de su fe. Aparecen en todas las regiones de Francia: en Nantes, los cientos cuarenta y tres sacerdotes ahogados en Loire a finales de 1793… ¿Cuántos en total? Quizá dos mil; probablemente, más” (pág. 287ss).
Demasiados cambios en solo quince años
Los años siguientes registraron periodos de distensión y de nuevas represiones. La persecución religiosa se recrudeció bajo el Directorio jacobino (1797‑1799), cuando los franceses ocuparon Roma y se proclamó la República romana. El papa Pío VI, anciano y enfermo, fue deportado a Siena, Florencia y, finalmente, a Francia. El 29 de agosto de 1799, en la ciudadela de Valence‑sur‑Rhóne, falleció Pío VI a los ochenta y un años de edad. Algunos revolucionarios exaltados proclamaron a los cuatro vientos que había muerto el último papa de la Iglesia.
En este tiempo, se pasará de la monarquía absolutista de Luis XVI a la Revolución y al Terror de la mano de Robespierre. Quince años después, el 2 de diciembre de 1804, asistiremos sobrecogidos a la autocoronación de Napoleón Bonaparte como Emperador de la República Francesa.