Su padre, Todd Burpo, pastor de la Iglesia Metodista, piensa que todo lo que cuenta su hijo es fruto de su imaginación. Consulta con una psiquiatra especialista enlo que considera un “fenómeno paranormal”, con los miembros de su congregación que no saben que pensar ante todo lo que el niño está contando. Y todo se complica cuando la prensa local se hace eco del “supuesto” viaje de Colton al cielo.
Pude ver la película en el preestreno que organizó la Comisión de Medios de la Conferencia Episcopal y me emocionó. Como muy bien explicó, brevemente, Juan Orellana, es una película que no dejará indiferente a nadie. Habrá quien diga que, efectivamente, todo es fruto de la imaginación de un niño de tres años que está inconsciente en una quirófano. Otros aseguraran que el cielo es tal y como lo cuenta Colton, y habrá algún teólogo, experto en la materia, que nos sacará de dudas…
¿Y qué conclusiones saqué yo después de ver la película? En primer lugar que el cielo es real. ¡Pues vaya!, pensará alguno. Sí, una obviedad para un creyente y más para un sacerdote. Ya, lo sé, pero conviene decirlo de vez en cuando, porque si los que nos llamamos creyentes nos creyéramos, valga la redundancia, de verdad que el cielo es real, posiblemente viviríamos de otra manera.
En segundo lugar, significa que también es real aquella promesa del Apocalipsis, porque allí, en el cielo, ya no habrá ni llanto ni dolor, será toda la felicidad imposible de lograr aquí en la tierra y será vivir en un amor que jamás el hombre haya podido soñar. Entonces, si el cielo es real, sé que no tengo nada que temer.
Y, por último, aunque se podrían añadir muchas más cosas, creo que la clave para entender que el cielo es real está en comprender que Dios también es real y no sólo una idea, y que ese Dios es Padre. Me explico. Hay un momento en la película, al principio, cuando Todd Burpo llega a casa y lo llaman para que vaya al hospital a acompañar a un enfermo que se está muriendo. Colton quiere ir con él y su padre le pregunta si no tendrá miedo, a lo que el niño responde: “Si estoy contigo no tendré miedo”.
Esta frase me ayuda a entender qué es el cielo y que éste es real, porque al fin y al cabo según sea mi imagen de Dios y cómo sea mi relación con Él, así será la imagen que pueda tener del cielo. Si tengo la seguridad de que con mi Padre Dios no tendré miedo, el cielo será el mejor lugar posible.
… el gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amaríamos acá, aunque no en esta perfección, ni en un ser; mas muy de otra manera le amaríamos de lo que le amamos, si le conociésemos[1].