Los
“Anales” es la obra magna de uno de los grandes historiadores romanos,
Cayo Cornelio Tácito, que junto con las
“Historias”, habría formado parte de un colosal conjunto de treinta libros.
Concretamente, los
Anales comienzan con los últimos años del reinado de
Augusto y terminan con la muerte de
Nerón, abarcando por lo tanto los reinados completos de
Tiberio, Calígula, Claudio y
Nerón. Debió de publicarse hacia el final del Imperio de
Trajano, es decir, poco después del año 100.
Los manuscritos de los Anales más antiguos de los que disponemos son los hallados por Zanobi da Strada (m.1361), los libros 11 a 16 en Monte Cassino, y los fragmentos descubiertos por Bracciolini en la abadía de Hersfeld, en Alemania en 1425.
En cuanto a su autor,
Cayo Cornelio Tácito, es poco lo que sobre su persona se sabe y ni siquiera existe certeza ni sobre su nombre completo ni sobre su nacimiento o familia. Sí consta que alcanza altas dignidades: es
tribunus militum laticlavius en tiempos de Vespasiano, y tras casar con la hija de Julio Agrícola, es legado de Vespasiano en Aquitania, cuestor durante el reinado de Tito y pretor en el de Domiciano, tras lo cual, se ausenta de Roma pudiendo ser él el legado de Galia de nombre Tácito de cuya existencia histórica sí consta. Muerto Domiciano es elevado a la dignidad consular, momento a partir del cual se habría dedicado a su obra literaria e histórica. Hacia el año 112 parte para Asia como procónsul.
Los Anales y las Historias, con ser su obra principal no son la única. Escribe también “Del origen y sitio de los germanos”, el “Diálogo sobre los oradores” o “De la vida de Agrícola”.
En el libro V de los Anales se recoge uno de los grandes testimonios no cristianos sobre la figura de Jesús. Es el siguiente:
Y así Nerón, para divertir esta voz y descargarse dio por culpados de él [del incendio de Roma]
y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres aborrecidos del vulgo por sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de Judea. Por entonces se reprimió algún tanto aquella perniciosa superstición; pero tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea, origen de este mal, sino también en Roma, donde llegan y se celebran todas las cosas atroces y vergonzosas que hay en las demás partes”.
Al hablar de los Anales es forzado mencionar que es mucho lo que de su contenido no nos ha llegado. Así, falta parte del libro V, y aunque está el libro VI, faltan el VII, el VIII, el IX y el X completos. Lo dramático del tema es que la parte del libro V que falta se corresponde perfectamente con el período histórico en el que se produce el ministerio y crucifixión de Jesús, por lo que es posible que en dichos fragmentos perdidos existieran más referencias a los eventos que acontecidos en Palestina, concluyeron con la crucifixión de un galileo que representará para la Historia un verdadero antes y un después.
Que hagan mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(puede hacer click sobre ellos si desea leerlos)
De los grandes descubrimientos papirológicos del s. XX
De papiros y pergaminos: ¿la misma cosa?
De la Tercera Epístola que Pablo escribió a los Corintios y nunca llegó a nuestras manos
De Nicolás de Damasco, el cronista que tanto habría aportado sobre Jesús de habernos llegado su obra