Yo soy responsable del mundo. Y tú también.

En este blog venimos haciéndonos eco de libros que analizan y dan luces para entender las claves intelectuales del humanismo cristiano y de algunos aspectos relevantes de la actual crisis humanista; nos hemos asomado a algunos de los grandes dilemas bioéticos de nuestra época, a los retos que plantean la ideología de género, las propuestas transhumanistas y la cultura woke, a la actual crisis de la sexualidad  y a los problemas de la familia, al impacto de la pornografía y  a las dificultades para educar en estos tiempos; sin olvidar las dimensiones políticas de estas cuestiones.

¿Por qué o para qué escribo este blog? No meramente para ayudar a la formación intelectual de los lectores. Mi objetivo es que, comprendiendo mejor nuestros problemas y sus claves intelectuales, los que me leen se impliquen responsablemente en resolver los problemas que se analizan en los libros que comento, porque somos responsables de nuestra época por el hecho de vivir hoy. Quizá Naciones Unidas, los centros intelectuales y económicos del poder mundial, las instituciones de la gobernanza internacional, … nos queden a todos muy lejanos y nos veamos –con razón- incapaces de influir en ellos. Pero a nuestro lado hay personas que sufren, niños a los que educar y querer, embarazadas agobiadas por problemas derivados de su maternidad, parejas que no se aclaran sobre cómo construir un futuro compartido, jóvenes o mayores desnortados que no saben qué hacer con su vida, etc.

Pretendo con este blog dar luces para entender nuestra época y los problemas de nuestros coetáneos, para que podamos ayudarles; cada uno a los que tiene más cerca.

Quizá yo no pueda hacer nada para cambiar la política proabortista de ONU, la UE y los grandes ricachones yanquis obsesionados con el control de la población mundial; quizá no pueda hacer nada eficaz a corto plazo para que las leyes de mi país defiendan la vida, pero sí que puedo ocuparme activamente de que ninguna mujer de mi entorno se vea tan sola y abandonada ante un embarazo imprevisto como para contemplar el aborto como la única salida a sus problemas.

Quizá yo no pueda hacer nada para socavar hoy y ahora el poder del lobby de género internacional, pero sí puedo ayudar a educar a mis hijos y nietos en un aprecio a su cuerpo y a ayudarles a desarrollar su capacidad de amar con su cuerpo sexuado y a mostrarles de hecho y con mi ejemplo cómo vivir una sexualidad responsable puede ser fuente real de felicidad. Quizá no pueda yo cambiar las leyes sobre el matrimonio y el divorcio, pero sí puedo con la lealtad a mis amores mostrar a los que me rodean que amar con fidelidad y sin miedo a la vida ayuda a ser felices y a crear una urdimbre de amor que es lo más valioso que permanece en la vida.

Quizá yo no pueda detener el proceso de legalización de la eutanasia, pero sí puedo cuidar a los enfermos, ancianos y agonizantes que me rodean, haciéndoles transitables en paz con mi cariño y compañía los duros momentos por los que pueden estar pasando. Quizá yo puedo ser un cuidado paliativo para los que sufren cerca de mí.

Quizá yo no pueda poner coto al proceso de descristianización de mi mundo, pero sí puedo ser testigo de lo que el Amor de Dios, su fidelidad y misericordia, me han aportado para darme paz y esperanza, alegría y felicidad. Y quizá yo pueda contar a mis hijos, nietos y amigos que merece la pena fiarse de Dios porque Él nunca traiciona.

Quizá yo no pueda parar la cultura woke y sus amenazas a la libertad, pero sí puedo ayudar a los que quiero a que descubran su identidad en ser queridos por sus familiares y por su Dios, para que así no se vean abandonados en solitario a un mundo hostil y sin sentido que les lleve a buscar su identidad en causas ideológicas violentas y antihumanistas.

Quizá yo no sea ni importante ni poderoso, pero sí puedo influir para bien o para mal en tantas personas que me rodean y con las que interactúo. Y quizá esta humilde aportación sea mi gran contribución a la historia de la humanidad. Como dice el Papa Francisco, no se trata tanto de ocupar espacios de poder, como de generar dinámicas en el tiempo cuyos frutos probablemente nunca veremos ni sabremos cuales son.

Me suscita estas reflexiones la lectura de la Memoria de la Fundación REDMADRE del año 2021 que acaba de publicarse: más de mil voluntarias que han atendido acasi 60.000 mujeres embarazadas a las que han ayudado a apostar por la vida de sus hijos. Esas voluntarias han hecho más por construir el futuro de la humanidad que todos los altos cargos de los gobiernos y las organizaciones internacionales que no han entendido que toda vida, que cada vida, tiene un valor inconmensurable.

Puedes ver la memoria de REDMADRE y la nota de prensa correspondiente en los siguientes links. Os dejo a continuación el enlace a la nota de prensa que resume esa Memoria
https://www.redmadre.es/62224-2/
Y aquí podéis ver la Memoria en PDF:  
https://www.redmadre.es/wp-content/uploads/2022/09//memoria_actividades_RM_2021.pdf

Es solo un ejemplo de que también las personas normales y poco importantes podemos hacer mucho para cambiar el mundo para bien.

 

Benigno Blanco