Ingredientes que no deben faltar en el matrimonio
El matrimonio es tan antiguo como la humanidad. Ha sufrido influencias de las distintas culturas que jalonan la historia hasta nuestros días. Hoy parece que lo queremos reinventar todo, y tratamos de amañar las tradiciones, las costumbres y la leyes según nuestra conveniencia o ideología. El matrimonio no podía ser menos. La crisis de humanidad que estamos padeciendo tiene mucho que ver con la crisis del matrimonio y de la familia. Y parece que no terminamos de aprender. Los antisistema arremeten contra las instituciones, y una de ellas es el matrimonio, de donde nace la familia. Y como la familia es la base de la sociedad, si esta hace aguas todo se enfanga. Por eso es poco todo lo que se diga para ayudar a los esposos a vivir con valentía y acierto su compromiso matrimonial con seriedad, y dejar que los perros ladren. Traigo aquí este oportuno artículo que aporta “recetas” prácticas para salvar al matrimonio de la epidemias que le acechan. |
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El matrimonio tiene mucho que ver con el arte de cocinar. Se seleccionan los mejores ingredientes, se prepara cuidadosamente y se realiza un proceso de cocción. Luego se prueba y se plantean mejoras para que la próxima versión sea superior. Así debe ser el matrimonio, un proceso en permanente construcción para lograr un estupendo resultado, dando siempre lo mejor de cada uno. Y estos cinco ingredientes que no deben faltar: Si bien es importante llevar una vida ordenada y con cierta estructura, igualmente es primordial ser flexible ante las circunstancias desfavorables que hacen parte de la naturalidad de la vida. Una sonrisa en medio de un ambiente tenso, puede despejar la hostilidad y cambiar el rumbo de una situación que seguramente no iba a desembocar en un buen final. Francisco M. González en un artículo publicado por The Family Watch anota lo siguiente: “¡Cuántas amargas discusiones de pareja se evitarían si ante un malentendido, una presunción equivocada, el error inevitable o el despiste habitual, en lugar de la “chispa incendiaria” saltara la carcajada o la sonrisa franca y natural! En el fondo, el optimismo y el buen humor en el matrimonio creo que indican, también, madurez, imaginación y no tomarse por la tremenda lo que no tiene tanta importancia.” En entregas anteriores se ha tratado el tema de la rutina y el peligro que ella representa para el matrimonio (Ver Erradicar la monotonía: reto en el matrimonio). No es de extrañar pues, que los quehaceres de la vida diaria desplacen los espacios que los cónyuges están llamados a compartir juntos, ¡gran error! Por ello se convierte en una tarea apremiante, el buscar alternativas que rompan la monotonía e inviten a la re-conexión de la pareja. Se especula que la mayoría de las crisis matrimoniales tienen el mismo origen: falta de comunicación. No hay nada que una buena plática no pueda solucionar, el diálogo es una herramienta básica de toda relación humana y en especial cuando se trata de la conyugal. Una relación de respeto, es una relación fiel, sincera, amorosa. La autora Sheila Morataya Fleishman habla con relación a este tema y expone: “¿Recuerdas la primera vez que tuvieron una pelea y preferiste guardar silencio? O por lo menos ¿no alzaste la voz? Lo hiciste por respeto, ¿verdad? (…) La actitud `respeto´ hacia lo que el cónyuge es, decide, hace y opina es básica para que la relación de pareja no sufra heridas que con los años si no se cuidan pueden volverse en verdaderas llagas que jamás podrán cerrarse. El famoso filósofo Dietrich Von Hildebrand llamaba al respeto `la madre de todas las virtudes´, e insistía en que el respeto es la clave para una vida feliz y desde luego para un matrimonio feliz.” 5. La confianza Todo aquello que se basa en la confianza, tiene un éxito casi que seguro. El confiar en el cónyuge, es decir, confiar en su amor, en sus capacidades, en sus promesas… es un acto que provee solidez a la relación. Depositar en el otro la confianza, es un acto de amor, es más, el matrimonio en sí mismo, es una demostración maravillosa de confianza, se entrega al otro lo mejor de sí para formar uno solo. Es necesario reflexionar, dejar que las ideas calen la mente y el alma como la lluvia fina que empapa la tierra. La fe se demuestra con obras. El amor al matrimonio hay que vivirlo poniendo en práctica todo aquello que lo pueda favorecer.
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