Una vez leí un sucedido que me llamó la atención y que—por qué no decirlo— me liberó de un problema intelectual que no sabía resolver.
Después de la Segunda Guerra Mundial se realizó un experimento en Israel relacionado con el pudor. Niños y niñas que habían quedado huérfanos de padres, casi bebés, fueron alojados en la misma residencia.
Uno de los objetivos era demostrar que el pudor no existía,que era una cuestión cultural.
Cuando estos niños fueron creciendo, llegó un momento en que las niñas se situaron todas juntas en el mismo lado del dormitorio y pidieron a los responsables que pusieran una cortina que las separase de los chicos.
Nadie les había hablado del pudor. No tenían padres que pudieran haber condicionado su comportamiento. Simplemente lo pidieron.
Actualmente se habla mucho del pudor como si fuera un tema cultural en exclusiva. No es verdad. Todas las sociedades tienen actitudes de preservación de lo íntimo.
Tanto a la hora de mostrar el cuerpo, como la interioridad personal.
Quizá lo cultural sea qué es lo que hay que ocultar y qué es lo que hay que mostrar o decir.
Todas las personas, cuando destapan aquello que ellas consideran íntimo, tienen la sensación de estar expuestas al público. Lo que produce un sentimiento de vergüenza grande y por otra parte manifiesta la forma en la que queremos ser tratados ¡Eso es el pudor!
Ahí encontramos parte del misterio de la persona y del amor. En una relación de enamoramiento lo que va atrayendo es eso que no se ve, que no se sabe, esa «otra forma de ser persona» —en palabras de Julián Marías— que se nos va desvelando, que atrae, que engancha a la persona entera.
Si esto no se vive así, si se mostrase todo lo físicode golpe lo que habría sería una exaltación de los instintos hacia el otro sexo.
Al enamorarnos de una persona, a nuestro instinto le atrae el sexo, que forma parte de la persona, pero que no es toda su persona.
Pero igual que en ese momento se encuentran exaltados,también es cierto que más adelante esos instintos terminarán decayendo de intensidad aunque, esa intensidad, puede volver a aparecer.
Lógicamente, si toda la relación se basa en eso, en lo fisico, no se puede establecer una relación duradera.
Se puede afirmar que sin vivir un cierto pudor es imposible que se enamoren de uno, porque se pierde el misterio de la persona,de toda ella, que es lo que atrae.
Sin vivir el pudor lo que uno sí puede es atraer temporalmente, pero tiene que saber que eso ha de hacerse a base de mostrarse, a base de cosificarse.
Uno no está gustando como persona, sino que produce en el otro una logica atracción como cuerpo.
Cuando a eso se le llama amor, cosa muy frecuente actualmente, o se cambia de actitud o el fracaso es cuestión de tiempo.
Hay que aprender a querer. ¡Podemos!
Enlace de ultimo libro ahora ya si está operativo, esperemos: SI DE VERDAD ME QUIERES