El ayuntamiento de Barcelona oculta el tradicional y clásico belén en la emblemática  Plaça de Sant Jaume, donde se ubican el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.

Barcelona se encuentra inmersa en una controversia navideña tras la decisión del alcalde Jaume Collboni de cancelar el tradicional belén de la Plaça Sant Jaume, una tradición que, según el movimiento Corrent Social Cristià, representa un pilar de la identidad cultural de la ciudad. La entidad denuncia que esta decisión, que el gobierno municipal justificó para «evitar polémicas», elimina del espacio público un símbolo cristiano profundamente arraigado.

¿Polémicas con quién? Todos saben que es para evitar problemas con la comunidad musulmana.

En barrio barcelonés de El Raval se ha instalado Llum d´Hivern (luces de invierno) con el objetivo de evitar las luces de Navidad religiosas. El Raval ha instalado un modelo nuevo de iluminación navideña que, según las autoridades municipales es para respetar la diversidad religiosa y cultural del barrio.

Ni luces de navidad, ni navideñas, ni estrellas gigantes… Las luces de las fiestas del Raval se llamarán este 2024 «Llums d’Hivern», y quieren ser un homenaje a la diversidad cultural y religiosa del barrio, según las autoridades municipales.

El barrio El Raval barcelonés es conocido por robos contra ciudadanos y turistas, traficantes, peleas y suciedad: vecinos y comerciantes de la Rambla del Raval claman contra la inseguridad. "No es soportable la situación de degradación y violencia", explican comerciantes, y señalan que se han producido peleas entre delincuentes, algunas "a machetazos o lanzando sillas" y los detenidos han aparecido de nuevo por el barrio al día siguiente "con total impunidad".

Es de sobras conocido que El Raval es un volcán islamista como hace años (el 19 de agosto de 2017) informaba el Diario de Navarra, y que muestra la cara marginal de los 500.000 musulmanes y 80 mezquitas salafistas de Cataluña.

Con los años la inseguridad ha aumentado todavía más desde entonces.

Pero para no irritar a aquellos que reclaman Al-Andalus, las autoridades barcelonesas se arrodillan como dhimmies [*].

[*] Dhimmi es el judío o cristiano al que se le permite vivir en países musulmanes pero como ciudadano de tercera clase sometido a la Sharía -la ley islámica- y pago anual de la jizyya -impuesto capitativo y acumulable por generaciones- con el fin de gravar la condición de no-musulmán con el fin de convertirlo al Islam. Sólo a estos se les “tolera” y se les permite vivir. Al ateo, apostata, y miembros de otras religiones se les condena a muerte.