“Un gran signo apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.
Lo que acaban de leer Vds. es un pasaje del Libro del Apocalipsis de San Juan, a mayor precisión su capítulo 12 versículo 1.
En nota a pie de página, la Biblia de Jerusalén comenta sobre el versículo:
“La Mujer representa al pueblo santo de los tiempos mesiánicos […] y por tanto a la Iglesia que lucha. Es posible que Juan piense también en María, nueva Eva, la hija de Sión, que trajo al mundo al Mesías”.
Que la visión del autor del Apocalipsis se refiera a la Iglesia, que se refiera a la Virgen, lo cierto e indiscutible es que la iconografía de María, y particularmente en su advocación de la Inmaculada Concepción, se ha apoderado sin remisión del pasaje, y podemos aventurarnos a decir que son miles, millones, las imágenes de la Virgen María en las que aparece, tal como la describe el Libro de la Revelación o del Apocalipsis, radiante de luz, sobre el pedestal de una luna y con una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Cuando uno, tal día como hoy (ayer para Vds.) 10 de mayo en que celebramos el Día de Europa, ve la bandera de la Unión Europea, se le hace inevitable preguntarse por la afortunada coincidencia existente entre sus doce estrellas sobre fondo azul y las doce estrellas que, según Juan, portaba esa mujer que la tradición cristiana ha dado en identificar con la Virgen María. Y de manera no menos inevitable, formularse otra cuestión: ¿casual o un poco más que casual?
Buscando información al respecto descubro que el autor del que hoy constituye el emblema por antonomasia de la Unión, su bandera, es un funcionario estrasburguense de las comunidades europeas llamado Arsene Heitz, ganador del concurso de ideas realizado un buen día del año 1955 para proveer a sus instituciones de una bandera. Son los tiempos de los grandes padres del europeísmo, el alemán Konrad Adenauer, los franceses Jacques Delors y Robert Schuman, el italiano Alcide de Gasperi, todos los cuales con algo en común no suficientemente conocido: sus profundas convicciones cristianas. Lo que, a los efectos que nos ocupan, constituye lo que en derecho se denomina conditio sine qua non y en matemáticas condición necesaria pero no suficiente de que la coincidencia de la que hablamos sea algo más que una coincidencia... pero poco más.
Pues bien, una revista que merece todo mi respeto, The Economist, en su edición del día 28 de octubre de 2004, asegura que el artista francés había declarado “recientemente” al diario Lourdes Magazine, que la fuente de la que había bebido para concebir el diseño no era otra que, precisamente, el Libro del Apocalipsis, lo que ya trascendería el ámbito de la condición necesaria para entrar en el de condición suficiente.
Lamentablemente, poco más les puedo contar. Mucho me habría gustado poderles traer aquí la entrevista concedida por Heinz a un medio, Lourdes Magazine, que al parecer desapareció en el año 2012... pero no la he encontrado. Mucho me habría gustado poder contarles que Heitz se inspiró para diseñar la bandera en una imagen de la Virgen existente en la maravillosa Catedral de Notre Dame de su Estrasburgo natal, una de las perlas del gótico... pero ninguna de las imágenes de María del maravilloso templo estrasburguense que he podido ver parece destacar precisamente por su corona de doce estrellas.
Con todo... no es poco, ¿no les parece?
Que hagan mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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