Sí señores, cosa que no ocurre todos los días, es más, que ocurre con escasa frecuencia, pero que este año hemos tenido la buena fortuna de vivir.
 
            La coincidencia entre la pascua católica (vale decir de los protestantes, con los que los católicos no observamos discrepancia alguna por lo que al tema se refiere) y la pascua ortodoxa es una circunstancia que viene a darse con una probabilidad cercana al 50%, o en otras palabras, que por cada pascua que católicos (y protestantes) y ortodoxos celebramos juntos, hay una pascua, no necesariamente alternante, que no lo hacemos. Cosa que, como bien saben los asiduos a esta columna, no obedece a ningún tipo de discrepancia litúrgica o ritual, ni mucho menos dogmática, sino que deriva simple y llanamente del hecho de que por lo que hace a festividades, muchas de las distintas ramas de la ortodoxia -que no todas- siguen rigiéndose por el calendario juliano, y no por el gregoriano (pinche aquí si desea profundizar en el tema) como hacemos los católicos. Dos calendarios, juliano y gregoriano, que al día de hoy registran ya una diferencia de trece días, la cual seguirá creciendo con el tiempo, y que da lugar a que algunos años, la luna pascual sea diferente para unos y para otros.
 
            En cuanto a los judíos, se dan dos circunstancias. Por un lado, la pascua no es móvil como la cristiana, sino fija. Pero por otro lado, el año no es fijo como el cristiano, sino móvil. Y es que mientras el año cristiano es estrictamente solar y siempre dura lo mismo, 365 días -la única excepción existente, el año bisiesto, no tiene otro objeto que ajustar el año al ciclo solar-, el año judío es luni-solar, es decir intenta no alejarse demasiado del ciclo solar, pero respetando en todo momento el mes lunar, lo que obliga a que los años tengan una duración distinta, con una diferencia que no es de un solo día, como en el caso del año cristiano, sino de mucho más, en un modo que puede Vd. conocer si lo desea pinchando aquí.
 
            Todo esto dicho, se da la circunstancia de que este año la diferencia entre los calendarios observados por católicos y protestantes de un lado, y ortodoxos de otro, no ha tenido consecuencia alguna sobre la luna pascual, con lo que unos y otros hemos celebrado juntos.
 
            Y en cuanto a los judíos, si hace dos años ya vivimos la efeméride totalmente excepcional -no alcanza el 3% los años en los que ello ocurre- de que viernes santo cristiano y 14 de nisán judío, fecha en que Jesús fue crucificado, cayó el mismo día (pinche aquí para conocer las circunstancias), este año nuestro 14 de abril ha venido a coincidir con el 14 de nisán judío en el que los hebreos comienzan su pascua, la cual termina hoy mismo día 22, por lo que la coincidencia entre ambas pascuas, la judía y la cristiana en su doble vertiente católico-protestante y ortodoxa se ha hecho efectiva durante nada menos que siete días.
 
            Bonita circunstancia, ¿no les parece?
 
 
 
            ©L.A.
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