Después de conocer antier a uno de los protagonistas secundarios de los hechos que conducen a que el galileo
Jesús de Nazaret acabe colgado de una cruz,
Barrabás (
pinche aquí si desea saber más sobre él), toca hoy conocer a otro de los muchos actores que participaron en la escena.
José de Arimatea es mencionado por su nombre en seis ocasiones, dos en el Evangelio de
Mateo, dos en el de
Marcos, una en el de
Lucas, y otra en el de
Juan, lo que lo convierte, como a
Barrabás ayer, en uno de esos personajes presentes en los cuatro evangelios, menos frecuentes de lo que acostumbramos a pensar.
Gracias a las referencias recogidas en los cuatro evangelios, sabemos de
José varas cosas. La primera que era de una ciudad llamada
Arimatea.
Marcos y
Juan lo llaman por un toponímico
“José de Arimatea”, pero
Mateo especifica que era
“un hombre de Arimatea” (Mt. 27, 57) y Lucas que
“era de Arimatea, ciudad de Judea”(Lc. 23, 51). Esta ciudad…
En cuanto a su relación con
Jesús, Mateo lo llama un
“discípulo de Jesús” (Mt. 27, 57), y
Juan, que añade que lo era
“en secreto por miedo a los judíos” (Jn. 19, 38).
Marcos y
Lucas afirman que “esperaba el Reino de Dios” (Mc. 15, 43; Lc. 23, 51) lo que le sitúa en la órbita de los que esperaban un mesías y probablemente creyó que tal mesías era
Jesús.
En cuanto a su profesión, sabemos que era un
“miembro respetable del Consejo” (Mc. 15, 43), algo que corrobora
Lucas (Lc. 23, 50), pero no ni
Mateo ni
Juan. En cuanto al consejo en cuestión no puede ser otro que el propio sanedrín judío que juzgó a
Jesús, del que no decimos nada más porque ya nos hemos referido a él hace unos días (pinche aquí si desea conocer todo sobre el sanedrín). Según
Lucas, habría participado en el juicio de
Jesús, aunque
“no había asentido al consejo y proceder de los demás” (Lc. 23, 51), es decir, habría votado en contra de la condena a muerte, lo que por lo pronto, demuestra que la condena no fue unánime.
Por
Mateo sabemos que además era
“rico” (Mt. 27, 57).
Marcos lo llama
“respetable” y alaba su valentía (Mc. 15, 43), y
Lucas “bueno y justo” (Lc. 23, 50).
José de Arimatea irrumpe en los evangelios al final de todos ellos, sin que ninguno de los evangelistas nos cuente nada sobre él antes de presentarse en el momento en el que
Jesús ya ha muerto.
En
Mateo pide el cuerpo de
Jesús a
Pilatos, lo envuelve en una sábana limpia, lo pone en un sepulcro nuevo, y hace rodar la piedra que lo sella. Según
Marcos, además de todo ello lo descuelga de la cruz, cosas todas ellas que también hace según
Lucas y
Juan, si bien ninguno de éstos menciona que selle el sepulcro con la piedra, mientras
Juan sí añade que
José adereza su cuerpo con los aromas que aporta
Nicodemo, (
pinche aquí si desea conocer a este curioso personaje)
“conforme a la costumbre judía de sepultar” (Jn. 19, 40).
Según
Marcos, José es el que compra la sábana (Mc. 15, 46) en la que se envuelve a
Jesús. Según
Mateo, es el propietario del sepulcro:
“Y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca” (Mt. 27, 60).
A
José de Arimatea se le atribuye por último una
“Declaración de José de Arimatea”, a modo de apéndice de las llamadas
“Actas de Pilatos”, un apócrifo muy celebrado durante la Edad Media, del que el manuscrito más antiguo que nos ha llegado data del s. XII.
©L.A.
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