La Pascua, la Pascua judía bien entendido, tiene, como de todos es conocido, gran importancia en el relato evangélico que narra el ministerio y parte de la vida de
Jesús.
La primera pascua que se menciona en los evangelios es aquélla en la que
María y
José suben a Jerusalén,
Jesús se les pierde, y sus padres no lo encuentran sino tres días después en el Templo, departiendo con su doctores (Lc. 2, 41-50).
Lucas, único evangelista que recoge el episodio, menciona expresamente que
Jesús tiene doce años, lo que no es baladí, pues los doce años es la edad en la que el judío celebra el
bar mitzvah y los jóvenes judíos pasan a convertirse en responsables de sus actos. Y por otro lado,
Jesús está perdido durante tres días, anticipo de los que transcurrirán cuando dos décadas más tarde, Jesús vuelva a “perderse” en una Pascua. Eso sí, contados a la manera judía de contabilizar los días, un cómputo que incluye, contrariamente a lo que hacemos hoy día, el día en el que se produce el evento, lo que permite la aseveración de que al tercer día Jesús resucitó, siendo así que resucita el domingo y había expirado el viernes.
Aparte dicha pascua, el evangelista
Juan menciona tres pascuas más que
Jesús celebra en tiempos ya de su ministerio, todas ellas en Jerusalén. Una vez más, no hay nada de casual en la mención, pues con las tres pascuas
Jesús daría cumplimiento al mandamiento de la
Torah:
“Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante el Señor Yahvé, Dios de Israel” (Ex. 34, 23).
Los evangelistas sinópticos, en cambio, plantean el ministerio de
Jesús de manera algo diferente, como una especie de camino iniciático que dura un año, no tres como en
Juan, y culmina en la pascua, una pascua, eso sí, que es nueva: la que
Jesús celebra con sus discípulos, constitutiva de la última cena. Desde este punto de vista, reviste no poco interés otro tema relacionado con la pascua: ¿celebraba
Jesús la pascua cuando cenó con sus discípulos o no lo hacía?
Un tema interesante sobre el que hallará Vd. algunas pistas pinchando aquí si lo desea.
Por último, el propio hecho de la crucifixión de
Jesús tiene lugar durante una pascua lo que, por otro lado, da pie a los cristianos a considerar que
Jesucristo es la
Pascua de la Nueva Alianza y posibilita las comparaciones tan cristianas que asimilan a
Cristo con el cordero pascual que inmolan los judíos en esas fechas, y la liberación del nuevo pueblo de
Dios del yugo del pecado, de parecida manera a como en la Pascua original Dios liberó a su pueblo del yugo egipcio (
pinche aquí para conocer la relación entre el cautiverio egipcio y la pascua judía).
©L.A.
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