En diciembre de 2018 leíamos en las noticias que el presidente Donald Trump había firmado el Iraq and Syria Genocide Relief and Accountability Act (HR390), es decir, una ley que reconoce el “genocidio” en curso en Iraq y Siria, perpetrado por grupos yihadistas contra los cristianos y los yazidíes.
Es una ley que obliga formalmente al gobierno estadounidense a ayudar a estas poblaciones, también con proyectos humanitarios que defiendan a las minorías religiosas y aporten estabilidad en esas áreas. Además, esta ley permite que la administración de los Estados Unidos intervenga contra quienes persiguen a estas minorías, dando caza a los terroristas, que cometen los crímenes más atroces.
Seis meses después, en este mayo de 2019, un informe encargado por el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jeremy Hunt, afirma que no solo aumenta en extensión geográfica la persecución anticristiana, sino también su creciente dureza. Y añade que en algunas regiones, puede decirse que el nivel y la naturaleza de la persecución se está acercando a la definición internacional de genocidio adoptada por Naciones Unidas.
El responsable del informe, que se dio a conocer este jueves, es el obispo anglicano de Truro, Philip Mounstephen, y los datos recopilados se refieren sobre todo a la situación en Oriente Medio, el África subsahariana y el este y sureste asiáticos, con una mención especial a Filipinas.
La incómoda verdad es que la abrumadora mayoría de los creyentes perseguidos (en torno al 80%) son cristianos, asegura el informe.
Escribe Candela Sinde: Las matanzas de cristianos, la persecución de cristianos, el acoso a los cristianos y la discriminación contra los cristianos son un quebradero de cabeza para el editor de un gran medio, porque estropea totalmente el relato que venden... También estoy seguro de que la gran mayoría ha ignorado la matanza de más del doble de cristianos -120, en concreto- en Nigeria por parte de fundamentalistas islámicos. De hecho, me consta que los grandes medios han dado mucho menos espacio a la noticia. Y no, la razón no es el racismo, no es porque sean negros. Es porque son cristianos.
Las informaciones son claras: en Nigeria se está dando desde hace años un genocidio anticristiano a manos de islamistas. The Christian Post publicaba el 3 de julio de 2018 que más de 6.000 cristianos, en su mayoría mujeres y niños, han sido asesinados desde enero a manos de islamistas en este país africano.
El pasado 25 de marzo, un sacerdote católico, el padre John Bako Shekwolo, fue secuestrado en su casa en el pueblo de Ankuwai, en el estado de Kaduna, de Nigeria. Solo una semana antes, el 20 de marzo, el cuerpo del padre Clement Rapuluchukwu Ugwu, párroco de la iglesia de San Marcos, que había sido secuestrado el 13 de marzo, fue encontrado en Obinofia Ndiuno, en la zona de gobierno local de Ezequión, en el estado de Enugu.
De nuevo pedimos oraciones por la Iglesia perseguida y del silencio. En este mes de mayo, ponemos nuevamente de intercesora a María Santísima, Reina de los Mártires.