Facebook es un niño agigantado. Niño, por los 10 años que acaba de cumplir y gigante porque hoy más de mil cien millones de personas en el mundo han accedido a él seducidos por sus encantos. Y es que no lo podemos desconocer, Facebook cautiva, seduce, enamora, pues en él muchos han encontrado “amigos” al otro lado del mundo, otros han conocido “el amor de su vida” y otros tantos millones con un “like” quieren encontrar en sus fotografías, publicaciones y videos una especie de aprobación narcisista que les ayude a descubrir la valoración que como personas no siempre han sabido darse.

Facebook, como otras tantas redes, es el espacio de quienes tienen talento oculto y quieren ser reconocidos en el mundo para no morir con el tedio de saberse desconocidos, para poder “conversar” con quienes no tienen que tratar en persona y para aprender a “amar” sin necesidad de soportar. En fin, Facebook, ha sido la panacea de muchos que saben tratar mejor la tecnología que a los semejantes.

Pero Facebook ha sido también una plataforma para evangelizar, para lograr que muchos que desconocen al Señor encuentren en el calor de una experiencia personal la posibilidad de poder conocer a un Dios que les era totalmente ajeno a la vida y al que han mantenido al margen de todo el acontecer de cada día.

No es extraño encontrar hoy quienes utilizan este medio para defender la vida, promover la convivencia, exaltar las virtudes, comprometer las ideas y sacar de las Escrituras al Dios de la cruz para que pueda llegar al corazón de quienes no saben abrir una Biblia pero tienen toda la destreza para manejar móviles y computadores.
Facebook ha servido para todo: para denigrar, pisotear la honra, promover, movimientos que defiendan ideas (aunque sean contrarias unas a otras), dar a conocer los talentos escondidos, pero también ha servido para llevar “la buena noticia” del amor de Dios. Cada quien ha dado a este pequeño gigante el uso que ha querido, unos con muy buena intención y otros no tanto.

Nunca falta en los perfiles de hoy una palabra de aliento, “un meme”, una fotografía, un texto transcrito, un testimonio, una historia, una palabra oportuna y precisa para quienes también saben publicar sus estados anímicos. En este sentido podemos decir, que si bien es cierto que esta u otra red social no puede anular nuestra relación personalizada con el Señor, sí es verdad que ella ha ayudado a muchos a encontrar una luz en el camino.

Del mismo modo como los “hijos de las tinieblas” promueven sus causas denigrantes también “los hijos de la luz” se nos ha dado la oportunidad de usar estas herramientas humanas para poder dar a conocer al Dios de nuestra fe.

Facebook aún es un pequeñín en cuanto a edad, algunos no le auguran una buena adolescencia, tal vez pensando en que las nuevas generaciones le perderán el amor al punto de reducir sus usuarios en más de un 80% para dentro de pocos años, tal vez por la aparición de novedosas y encantadoras propuestas que quieran hacer extender de modo más rápido y eficaz las ideas y los anhelos; pero mientras viva este “infante” será un buen medio para lograr un gran objetivo: la Gloria de Dios por el conocimiento de Jesús.

Que nunca desfallezcamos, quienes creemos en el Señor, en predicar a tiempo y a destiempo, con absoluto respeto por los demás pero con claridad meridiana; que nunca sintamos vergüenza de contar a los demás lo que Dios ha hecho en nosotros, que quienes se sienten apáticos de abrir la Sagrada Escritura puedan encontrar en pequeñas y contundentes frases extraídas de la Palabra de Dios una luz para su sendero.

El evangelio ha de permear todos los ámbitos, espacios, momentos y situaciones de la vida. Del mismo modo que la Gracia de Dios corre por las venas de quienes le amamos, que las redes sociales estén impregnadas de las enseñanzas de Jesús. No faltará quien nos bloquee, controvierta y ofenda, pero que no se nos acuse nunca como lo hizo el profeta de ser “perros mudos” de esos que sólo saben ladrar en casa cuando se esconden tras las piernas de sus amos pero no saben defender la casa. Si ha habido astucia para el mal uso de ciertas herramientas tecnológicas, que tengamos también la “astucia de la serpiente y la mansedumbre de la paloma” para proclamar el nombre de Jesús.

Felicitaciones a todos los usuarios de Facebook, a su creador, a todos los que evangelizan por este medio y nunca han olvidado su misión de ser profetas de nuestro tiempo con herramientas de nuestro tiempo.

Juan Ávila Estrada Pbro