Mucha gente vive hoy día instalada en “la cultura del “todo vale”, que es lo mismo que lo mismo da, o para decirlo claramente en el relativismo moral.

Hoy, apenas nadie se inmuta por nada y se toma como lo más natural, una cosa que otra, un roto que un descosido, la verdad que la mentira, el bien que el mal. Y es que... ¡las ciencias avanzan que es una barbaridad!. Vean sino, para muchos da lo mismo...

El ser una persona honrada que ser un corrupto
El ser un buen trabajador que ser un chapucero
El ser un buen marido, una buena esposa, que ser un adúltero(a)
El servir al prójimo que “servirse” del prójimo
El ser un caballero que ser un truhán
El ser una señora que ser una cualquiera
El ser fiel a su pareja como “irse de picos pardos”
El confiar en Dios como en la echadora de cartas
El ser católico como judío, budista, testigo de Jehová...
El vivir de su trabajo que “el vivir del cuento”
El ir a misa que el ir de copas
El amar a Dios que el “utilizar” a Dios
El ser santo que ser un descreído o un ateo
El vivir comprometido que ser “un pasota”
El desvivirse por los hijos que “el dejarles a su aire”
El defender la vida que ser abortista
El ser casto que ser un libertino
El ser creyente que ser agnóstico
El ser pudoroso que ser exhibicionista
El ser abstemio que ser un borracho
El respetar a las mujeres que “meterlas mano”
El dar limosna que estafar al prójimo
El ser educado que ser un hortera
El ser buena persona que ser un impresentable.

La lista sigue abierta e incompleta. Invito a los lectores a que la completen a su gusto. Quizás entre todos y algún día, lleguemos a saber y distinguir lo que está bien y lo que está mal. Lo que es la verdad y lo que
es la mentira.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN