SI YO NO ME GUARDO
Pero hay un corolario de la libertad y
esa es la responsabilidad personal, y
el verdadero desafío es cómo generar
esa responsabilidad personal sin imponerlo.
-Esther Dyson-
Miguel de Cervantes en El celoso extremeño, nos explica la responsabilidad de esta manera:
Madre la mi madre,
guardas me ponéis,
si yo no me guardo,
no me guardaréis.
Dicen que está escrito,
y con gran razón,
ser la privación
causa de apetito;
crece en infinito
encerrado amor;
por eso es mejor
que no me encerréis;
que si no me guardo
no me guardaréis.
Una de las tareas esenciales de todo proceso educativo es adquirir la libertad responsable. Cuanto más amplia es la capacidad de maniobra de la que queremos dotar a una persona, más lúcida tiene que ser la conciencia de responsabilidad con la que debemos dotarla.
El mejor don recibido por las personas es la libertad. Podemos asegurar que todas las formas de opresión o de dominio conllevan infelicidad, precisamente porque queda menguada la libertad. El sobreproteccionismo, el autoritarismo y la rigidez son formas negativas que ahogan la iniciativa, la autonomía, la capacidad de escoger y de decidir que son necesarias para saberse libres.
La libertad es una condición de estar dispuesto continuamente a la mejora personal y esto comporta esfuerzo y lucha, para que la razón haga ver lo que está bien y la voluntad lo lleve a cabo.
Y se debe entender la libertad como un reto para liberarse de los defectos que disminuyen la responsabilidad personal con afán de superación. Es en este sentido como debemos entender la libertad: tras la propia aceptación y el propio conocimiento, esforzarse y ser coherentes con lo que decimos y cómo actuamos.
El gran potenciador de la libertad es el amor; por eso se afirma que es más libre aquel que más ama. Los conflictos aparecen cuando se enfría el amor. Hay que considerar la libertad como autodominio para darse en el amor. El objetivo es educar a nuestros niños y jóvenes en la libertad, para que sean consecuentes con las opciones que han decidido escoger, con autodominio y con un gran corazón para amar.
Es un largo, lento y apasionado proceso este de educar en la libertad responsable para ser como Dios manda las veinticuatro horas del día, porque si no se guardarán las formas, pero si yo no me guardo, no me guardaréis.