Próximos al cumplimiento mañana del IV Centenario de la muerte en España de uno de los más grandes pintores de la historia, el españolísimo
Domenikos Theotokopoulos, mejor conocido como
“El Greco”, me he planteado una serie de cuestiones a las que iremos dando respuestas en estos días, la primera de las cuales, relacionada con la identidad de uno de sus más conocidos personajes, el erróneamente llamado Conde de Orgaz. Para tratar mañana otra no menos interesante, cual es la de la condición católica u ortodoxa del genial pintor toledano (
pinche aquí si desea conocer los pormenores de la cuestión).
Por lo que hace a la primera, en marzo de 1586, cuando ya lleva diez años en España y ajeno al favor de
Felipe II para quien ha realizado dos pinturas ninguna de las cuales ha gustado al monarca, se halla sin embargo perfectamente establecido en Toledo,
Domenikos Theotokopoulos firma con la iglesia de Santo Tomé un contrato por el que se compromete a pintar para la misma la escena del entierro del
Señor de la villa de Orgaz, muerto en el año 1323 después de una generosa vida de donaciones y limosnas, entre las cuales la restauración de la propia iglesia, y cuyos restos se hallan enterrados en la propia iglesia.
Existía en la ciudad la tradición de que la generosidad de
Gonzalo Ruiz de Toledo, Señor de Orgaz –el condado no se funda hasta 1522- se vio premiada cuando al ser trasladados los restos del
Señor de Orgaz desde el convento de los agustinos a la parroquia de Santo Tomé, en el año 1327, ni más ni menos que del protomártir del cristianismo,
San Esteban (m. h. 34), y el gran autor de la patrística,
San Agustín (354-430), separados en el siglo por cuatrocientos años que no fueron, a lo que se ve, óbice para que se dieran cita en el traslado.
El propio contrato que firma
El Greco con la iglesia, confirma negro sobre blanco la leyenda:
“Se ha de pintar una procesión de cómo el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a don Gonzalo de Ruiz de Toledo, Señor de la villa de Orgaz, y bajaron san Agustín y san Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero, el uno teniéndole la cabeza y el otro los pies echándole en la sepultura”.
Aparentemente,
El Greco aprovechó el encargo para retratar a muchos de los principales prohombres toledanos de la época, entre los cuales el propio pintor, el hijo del pintor, Jorge Manuel, que incluso lleva escrita su fecha de nacimiento en un pañuelillo que le sale de la ropa, el profesor de universidad
Antonio de Covarrubias y muchos otros.
La historia de la pintura remonta al año 1564 en que el párroco de la iglesia de Santo Tomé, demanda ante la Chancillería de Valladolid a la villa de Orgaz por incumplir una manda realizada en el testamento del
Señor de Orgaz en el que ordena a los vecinos de la villa pagar cada año a la parroquia
“dos carneros, ocho pares de gallinas, dos pellejos de vino, dos cargas de leña, y ochocientos maravedís”. Cuando gana el juicio y recibe los muchos pagos debidos atrasados, el 15 de marzo de 1586 firma el contrato con
El Greco, fijando la iconografía y la fecha de entrega.
Tras recibir el pintor a cuenta cien ducados, el precio definitivo se establecería mediante el sistema de tasación. En una primera tasación
El Greco evalúa su obra en 1200 ducados, cantidad que parecerá excesiva al párroco, quien encarga una nueva tasación en la que se lleva la sorpresa de que el precio se eleva a 1700 ducados, llegándose a un acuerdo entre parroquia y pintor en la cifra 1590 ducados.
©L.A.
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