En la medida en la que..., consideremos más importante, nuestra vida material humana que nuestra vida espiritual sobrenatural, menos veremos ni entenderemos que este aforismo que dice: desear, es tener ya lo comprenderemos en su realidad y lo utilizaremos aprovechándonos de él.

   Porque este aforismo se refiere exclusivamente a nuestra vida espiritual. Hay otro aforismo para la  vida material humana que nos dice: Querer es poder. Los dos se cumplen y son ciertos. Pero hay una gran diferencia entre ellos dos y es que en este segundo, para que se logre el objetivo, es necesario trabajar duro y obtener lo que se desea y en el primero, que se refiere al mundo espiritual de nuestra alma, no hay que trabajar nada. Lo que hay que hacer es amar y desear y de todo lo demás es el Señor quien se ocupa, en proporcionarnos los bienes espirituales que deseamos tener.

   El Señor, desea nuestra salvación personal mucho más que nosotros mismos, porque Él, que nos ama  apasionadamente sabe mejor que nosotros, lo tremendo que es condenarse, vivir nuestra eternidad en un medio de odio y tinieblas. Nosotros que somos criaturas creada por Él, para amar y ser amadas, y vivir eternamente en el Amor y la contemplación de la luz que emana de su Rostro, para ser felices con una desconocida felicidad que nos espera, y que nadie en este mundo conoce ni puede imaginar como es. Nosotros que somos la gloria suya seríamos  pisoteados y esclavizados eternamente por el odio y el deseo de querer morir para poder salir de ese lugar de odio y tinieblas, donde siendo terrible desde un punto de vista material  el sufrimiento que se soporta, es aún mucho por el sufrimiento de carácter espiritual, de estar condenados eternamente a no ver jamás esencialmente el Rostro de Dios, y saber que existen otros bienes espirituales que jamás obtendrán, aunque su alma condenada todo esto lo demanda ansiosamente pues ella está creada pare ello.

   En el desarrollo de la vida espiritual de una persona, si ella de verdad quiere prosperar en ese camino, la ayuda del Señor la tiene asegurada hasta extremos que para uno alejado de la amistad divina, son inimaginables. El mero deseo de poseer un bien espiritual es tenerlo ya, quizás no sea posea de inmediato, en el tamaño o cuantía que deseamos, pero si perdura el deseo lo que se adquiere crece continuamente mientras perdure el deseo.  Tomemos un ejemplo, una persona apartada de la vida espiritual, por impulso de la gracia divina no solicitada por él, sino por otra persona que le quiere, empieza meditando y comienza a ver las ventajas que tiene la persona que es creyente y por lo tanto tiene fe, su fe se le fortalece y si no la tenía, nace en ella el deseo de adquirir la Fe.

   Pues bien, por ese simple deseo de ser creyente, de tener fe, él no se da cuenta pero ya tiene fe, será una fe pequeña de baja categoría, pero al fin y al cabo es fe, es la semilla que el Señor le da para que la cultive. A cuantos santos, el Señor, les ha dado pequeñas semillas que perseverantemente cultivadas, se han convertido en gigantescos árboles. Todo en la vida espiritual es desarrollo, nadie nace santo ni nace demonio, todo es desarrollo, en un sentido o en el otro. Y la constancia en el desarrollo, lo es todo. Lo importante es terne siempre algo que desarrollar, tener un punto de partida, sea de fe, sea de amor o sea de esperanza y a partir de ahí se crece. Y el Espíritu Santo, cuando ve en un alma un verdadero deseo de adquirir una virtud o un bien espiritual, corre inmediatamente a proporcionarle el punto de partida a esa alma que quiere corresponderle a su amor, aunque puede ser que ella no es consciente plenamente, y muchas veces ni lo que le pasa, ni sabe lo que quiere.

   Una vez se obtiene el punto de partida, el desarrollo perseverante lo es todo. En las ruinas romanas de Santiponce, cerca de Sevilla se descubrió una losa con un agujero en medio, posiblemente la losa estuvo durante muchos debajo de un grifo que goteaba, y había una inscripción  en latín que decía “Guta cava non calendo vis sed semper calendo”. La gota horada la piedra no cayendo una ez sin siempre cayendo. No podemos pensar en alcanzar la vida eterna, que nos espera, porque un día se nos ocurrió rezar una padrenuestro o ir a una misa, sino por ser perseverantes en nuestro amor al Señor.

   Desde luego que en el desarrollo de la vida espiritual, desear es tener ya, pero hay que  tener presente que es necesario, tener el punto de partida, pero este no lo es todo, hay que trabajar desarrollando nuestra vida espiritual. El Señor, es el punto donde apoyar nuestra palanca, pero para mover el mundo, el esfuerzo ha de ser nuestro. El Señor nos dejó dicho: “21 No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo 22 Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojábamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Yo entonces les diré: nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad. 24 Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca”. (Mt 7,21-24).

   Carlos de Foucauld, escribía diciendo: “Deseo amarte Señor, con un amor que no se quede en palabras, sino que me arrastre a seguir tus pasos cada día, pues Tú no necesitas para nada a los que repiten “Señor, Señor” y se quedan ahí. El amor es inseparable de la imitación, cualquiera que ame quiere imitar es el secreto de mi vida He perdido la cabeza por este Jesús de Nazaret crucificado hace 1900 años y me paso la vida tratando de imitarle”. Este es el amante del Señor, el Beato Carlos de Foucauld, que a principios del pasado siglo marchó al desierto del Sahara a vivir su amor con y para el Señor. Este beato, camino de su canonización, nos ha dejado una serie de escritos que han avivado en muchas almas el amor  al Señor.

   Reconoce este Beato que el mejor camino  de cumplimentar la voluntad del Padre, siempre pasa por la imitación, porque ella es característica esencial del amor. El ama imita, y el que imita ama, ya que como dice San Juan de la Cruz a la asemejanza con Dios solo se puede llegar por el camino de la imitación.

   Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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