Cuando Jesús propone al joven rico que venda lo que tiene y reparta el dinero entre los pobres no patenta el socialismo sino la caridad, que es, por cierto, la antítesis de la estadística, que es a su vez la menos exacta de las ciencias puras porque afirma que si un hombre cena un pollo y otro se va a la cama en ayunas cada uno se ha zampado medio. Una fórmula aplicable también cuando se dividen entre dos las propiedades del que sufre un desahucio y del que tiene las escrituras del la mitad del barrio. El gran Wyoming, por ejemplo.
Un reportaje de ABC revela que el Gran Wyoming, al que se le presume un buen salario base, cuenta con una empresa saneada y con los suficientes bienes inmuebles como para permitir que la mitad de los acampados de Sol duerma bajo techo cada vez que los desaloje Cristina Cifuentes. Los indignados, empero, no le pedirán por las malas las llaves del piso a su guía mediático porque los progresistas ricos, como Wyoming, tienen bula de clase, otorgada por los mismos que le ríen la gracia cuando se burla de la línea editorial de 13TV. Pura incongruencia si se tiene en cuenta que es el dueño de la caballeriza el que contrapone los cuatro muleros a los cuatro angelitos.