Analizados como ya lo hemos hecho los evangelios de Mateo (pinche aquí para conocerlo) y de Lucas (pinche aquí) por lo que al tema del título del artículo se refiere, toca hoy analizar el Evangelio de San Marcos, que, ya lo verán Vds., nos va a deparar alguna sorpresa, para muchos sin duda inesperada.
 
            Marcos, que, por otro lado, escribe el más corto y más rudimentario de los cuatro evangelios, -al decir de la exégesis más autorizada actualmente, el primero en el tiempo-, no escribe, como se sabe, un Evangelio de la Infancia, como si lo hacen Mateo y Lucas, lo que quiere decir que no recoge ni un solo episodio de la infancia de Jesús. Su desatención al tema es tan grande que tampoco recoge mención alguna a la paternidad de Jesús, y casi casi, ni a su maternidad, ni tampoco a su familia. El resultado de cuanto decimos es que Marcos no cita a José en una sola ocasión, y a María la cita en una única.
 
            La única referencia a la familia terrenal de Jesús recogida por Marcos halla lugar en el episodio que comparte con Mateo y con Lucas y que en su evangelio se titula “Visita a Nazaret”, en el cual vemos exclamar sorprendido a sus convecinos:
 
            ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón?” (Mc. 6, 3).
 
            Curiosidades del episodio, dos por lo menos. Primero, Marcos como al igual Mateo, recoge la existencia de unos “hermanos” de Jesús de los que, también como Mateo y sin divergencias, hasta nos da los nombres, bien que eso sí, se citen en orden diferente, “Santiago, Joset, Judas y Simón” en Marcos, “Santiago, José, Simón y Judas” en Mateo.
 
            Segundo, donde Mateo pone en boca de los convecinos de Jesús “¿No es éste el hijo del carpintero?” (ver Mt. 13, 55) vale decir, “¿No es éste el hijo de José?”, Marcos dice “¿No es éste el hijo de María?”. (Mc. 6, 3), en la que constituye la única referencia por su nombre a la madre de Jesús. Una referencia que, por otro lado, le sirve para obviar a José, protagonista del mismo episodio en Mateo y Lucas. Lo que además, se antoja muy extraño en boca judía, donde la filiación es exclusivamente masculina, y a nadie se le llama o menciona por el nombre de su madre.
 
            La única referencia de Marcos a la paternidad de Jesús, aunque no desde luego la humana, la recoge en el mismo inicio de su evangelio, cuando sin mayor descripción, escribe:
 
            “Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios” (Mc. 1, 1)
 
            En Marcos, el reconocimiento de la paternidad divina de Jesús, que en Mateo y Lucas aparece dispersa por todas partes, se halla en boca de personajes muy curiosos, como por ejemplo, el mismísimo diablo:
 
            “Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: ‘Tú eres el Hijo de Dios’” (Mc. 3, 7).
 
            El geraseno invadido por un espíritu:
 
            “¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?” (Mc. 5, 7).
 
            O el centurión que dirige la ejecución de Jesús, cuando dice:
 
            “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc. 15, 39)
 
            Y nadie más, ni siquiera San Pedro, que donde en Mateo dice Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt. 16, 16), en Marcos dice escuetamente Tú eres el Cristo” (Mc. 8, 29).
 
 
 
            ©L.A.
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