La más española de las enfermedades es el alzhéimer colectivo, cuya metástasis, la desmemoria histórica, explica que quienes laceraron a Suárez durante su etapa de gobierno inciensen ahora sin rubor su figura de estadista de la transición, forjada durante su travesía política por un período trufado de ruido de sables y balas de nueve milímetros que desembocó en los mejores años de nuestra vida.
El alzhéimer es la menos piadosa de las enfermedades porque atesta de postigos las ventanas y distorsiona los espejos, de modo que impide otear el horizonte y desdibuja el presente. El alzhéimer es también el cuarto oscuro de la casa de Bernarda Alba en el que cinco hijas de luto buscan a ciegas la respiración agitada de Pepe El Romano. O, en su defecto, el olvido táctico de los españoles para no recordar a quien, de la ley a la ley, les sacó de fachas.