Hago un paréntesis en mis comentarios sobre los evangelios de la Cuaresma para hacerme eco de una interesante intervención del Cardenal Caffarra, a propósito de la polvareda que ha levantado el informe del Cardenal Kasper sobre los divorciados y vueltos a casar en relación con la Comunión sacramental.
Por si algún lector no conoce bien la personalidad de Caffarra, ofrezco unas sucintas pinceladas sobre su biografía al servicio de la Iglesia. Diremos que es uno de los mayores expertos sobre el tema del matrimonio y familia.
En 1980, fue nombrado experto en el Sínodo de los Obispos sobre el Matrimonio y la Familia, y en enero de 1981, el papa Juan Pablo II lo nombró fundador y presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia.
Desempeñó el cargo de consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante cinco años a partir de 1983. También tomó parte en un estudio sobre ingeniería genética instituido por el Ministerio de Salud de Italia.
En 1988 fundó el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia en Washington DC, y posteriormente en México y España. Tiene un doctorado honoris causa en literatura cristiana por la Universidad Franciscana de Steubenville, Ohio.
El 8 de septiembre de 1995 fue nombrado arzobispo de Ferrara-Comacchio.
El 16 de diciembre de 2003 fue nombrado arzobispo de Bolonia.
Creado y proclamado cardenal por Benedicto XVI en el consistorio del 24 de marzo de 2006, con el título de San Giovanni Battista dei Fiorentini.
Es miembro de:
· Congregación para la Evangelización de los Pueblos
· Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica
· Pontificio Consejo para la Familia
· Pontificia Academia para la Vida
Y de forma especial, es Académico correspondiente extranjero de la Real Academia de Doctores de España.
Estos datos son más que suficientes para darnos a conocer la categoría de este Cardenal, peso pesado indiscutible en el campo teológico y moral sobre el matrimonio. Su criterio crea valiosa opinión sobre el tema de su especialidad.
Hace días nos preguntamos en este Blog sobre el alcance de las afirmaciones del Cardenal Kasper sobre la comunión sacramental de algunos casos de divorciados y vuelos a casar. No conozco el texto completo presentado al Colegio de Cardenales. Pero Caffarra sí lo conoce, y por eso su respuesta adquiere particular interés.
La hipocresía no es misericordiosa, afirma el Cardenal
Roma, 15 mar. (TMNews) – “Desde Bolonia con amor: Detente”. Este es el título de una entrevista al cardenal arzobispo de Bolonia, Carlo Caffarra, un arraigado pasado en Comunión y Liberación, publicada hoy por Il Foglio. “Alegato del cardenal Caffarra después del consistorio y de la relación Kasper”, es el subtítulo. “No tocar el matrimonio de Cristo. No se juzga caso por caso, no se bendice el divorcio. La hipocresía no es misericordiosa”.
En respuesta a la propuesta del cardenal Walter Kasper sobre la posibilidad de readmitir a la comunión, después de un período de penitencia, a las parejas divorciadas vueltas a casar que lo soliciten, Caffarra afirma: “Si la Iglesia admite a la Eucaristía, debe dar sin embargo un juicio de legitimidad a la segunda unión. Es lógico. Pero entonces —se pregunta— ¿qué pasa con el primer matrimonio? El segundo, se dice, no puede ser un verdadero segundo matrimonio, ya que la bigamia está en contra de la palabra del Señor. ¿Y el primero?, ¿se pierde? Pero los papas siempre han enseñado que la potestad del Papa no alcanza a esto: Sobre el matrimonio rato y consumado el Papa no tiene ningún poder. La solución propuesta lleva a pensar que queda el primer matrimonio, pero también hay una segunda forma de convivencia que la Iglesia legítima. Entonces hay un ejercicio de la sexualidad humana fuera del matrimonio que la Iglesia considera legítima. Pero con esto se niega la columna vertebral de la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad. En este punto cabe preguntarse: ¿Y por qué no aprobar la convivencia libre? ¿Y por qué no a las relaciones entre homosexuales?”.
Publicado por Secretum Meum Mihi
Seguiremos atentos a lo que la teología, el derecho, la moral y la pastoral digan sobre un tema especialmente delicado. Hay que combinar, como verdadera obra de arte, el Evangelio, la teología y la misericordia. Habrá que seguir hincando las rodillas para dar con la solución más cristiana sin faltar a la verdad.