La ocasión, merece todo un post. De las cuatro instituciones en las que he estudiado, hay una que me ha marcado como ninguna otra: el Instituto Rougier. Hoy -como ex alumno y profesor del que fue mi colegio por 12 años- tuve una tarde diferente, pues estuve en la inauguración de la XII Copa Rougier que -desde 1992- ha reunido periódicamente a los Colegios del Espíritu Santo, favoreciendo la aplicación de los valores en el marco deportivo y familiar. Llegamos una media hora antes de las ocho de la noche, encontrándonos con un número significativo de personas que esperaban para entrar a una de las aulas del WTC de Boca del Río. Había religiosas, padres de familia, maestros, alumnos y ex alumnos contentos, listos para el banderazo de salida entre luces, música, honores a la bandera, saludo a las autoridades civiles, encuentros, reencuentros, idas y venidas del staff, etcétera. Fue un evento a gran escala, bien organizado y, sobre todo, marcado por el esfuerzo de tantas generaciones que han sido formadas -desde el carisma sacerdotal- por las Hijas del Espíritu Santo, quienes siguen adelante con el reto de trabajar por la educación integral, descubriendo que se trata de una de las periferias existenciales del siglo XXI.

 Al ver tal cantidad de deportistas provenientes de Tijuana, Ensenada, Morelia, Jacona, San Luis Potosí, Satélite, Distrito Federal, Mérida y, por supuesto, Veracruz como la sede del evento, no pude evitar dirigir la mirada hacia los carteles que cuelgan del techo y en los que puede apreciarse la fotografía del V.P. Félix de Jesús Rougier y de la S.D. Ana María Gómez Campos. ¿Se habrán imaginado hasta dónde llegaría aquella pequeña obra que iniciaron juntos un 12 de enero de 1924?  Quizá el P. Félix ya lo intuía cuando dijo aquella frase que hoy suena a profecía cumplida: “Ana María, no sabemos la cuna que estamos meciendo”. Él tenía claro que la congregación y, con ella, los colegios, irían creciendo para poder producir un cambio a nivel social y eclesial. Aunque todavía hace falta mucho por hacer -y por fundar- vale la pena valorar o revalorar el camino recorrido, porque la escena de la que hoy fui testigo es el resultado de muchos hechos audaces que han protagonizado un sinnúmero de religiosas, maestros, padres de familia y ex estudiantes. Siguiendo la regla que dice “por sus frutos los conoceréis”, me queda claro que los fundadores supieron gastarse hasta las últimas consecuencias con tal de hacer algo bueno por el mundo.

Para mí, fue como volver a los días del kínder, la primaria y la secundaria. ¡Cuántas madres, maestros, maestras, amigos, amigas, compromisos, anécdotas a lo largo de todo ese tiempo! Hacen falta más religiosas F.Sp.S. y laicos para que la obra, además de conservarse, crezca. Sin duda, la XII Copa Rougier, al exaltar el papel de la familia y de la sana competencia, significa un paso hacia el ideal de “formar -en palabras de la M. Anita- fuerte cadena” y, desde ahí, alcanzar un mundo mejor. Fue un jueves distinto, significativo.  

Créditos: la fotografía y el logo han sido tomados del perfil del equipo de “Prensa Rougier” a cargo de varios alumnos del colegio anfitrión.