Después de que los obispos españoles oficien hoy el funeral en memoria de las víctimas del 11-M en la catedral de la Almudena, se dirigirán a la calle Añastro número 3, sede de la Conferencia Episcopal, para comenzar su Asamblea Plenaria. Una Plenaria en la que, como es sabido, se renovarán todos los cargos de las comisiones episcopales, incluidos el de Presidente y Vicepresidente. O sea, que el cardenal Rouco dejará de ser el rostro visible de la Conferencia Episcopal, después de haber ocupado la Presidencia durante más mandatos que ningún otro obispo español.
El relevo ha disparado las quinielas de los añastrólogos españoles, que juegan a ser como los vaticanistas serios pero que se parecen bastante más a los comentaristas deportivos menos imparciales. Causan un poco de vergüenza ajena, pero es que son muy cañís. Los comentarios de estos días siguen dos líneas: primero, la rumorología y apuesta episcopal, que parece muy concreta pero es muy ambigua (Blázquez será el Presidente y Osoro el vicepresidente; o al revés; o todo lo contrario; o habrá sorpresa; o del Río; o José Sánchez, uy no, que este ya está jubilado…) Lo que importa es quedar bien con el que venga, para ver si al periodista o bloggero de turno lo ponen en algún puesto suculento (v.g., en la oficina de información de la CEE o dirigiendo algún medio diocesano jugoso), o al menos concede después buenas entrevistas y el periodista o bloggero puede hacerse pasar por colega del Presidente de la CEE, “de toda la vida,oiga”.
La historia pondrá en su sitio al arzobispo de Madrid, que tiene defectos, pero que no es ningún pelagatos: la archidiócesis madrileña está a la cabeza en el número de vocaciones sacerdotales; se han abierto varios colegios arzobispales; los movimientos eclesiales más pujantes y vivos de España están en Madrid; más de 8.000 alumnos acaban de participar en la Semana de la Misión que se ha celebrado en un centenar de colegios católicos y públicos; las asociaciones más contestatarias y con menos fidelidad al Magisterio de la Iglesia están en retirada; se ha creado una Universidad Eclesiástica que es referencia en toda España y a la que vienen a formarse numerosos sacerdotes extranjeros (sobre todo, de países subdesarrollados)… También en la Conferencia Episcopal se han aprobado documentos y Notas importantísimos sobre la familia, el terrorismo, el aborto, la evangelización, la formación sacerdotal, la educación, la teología, etc.; se ha negociado con Gobiernos de distinto signo cuestiones claves en temas de financiación y enseñanza; además de haberse organizado multitudinarios encuentros de jóvenes y familias con los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, celebraciones multitudinarias, beatificaciones y canonizaciones y un largo etcétera.
Si después de 30 años con una campaña política, mediática e ideológica absolutamente anticatólica, anticlerical, antieclesial, relativista y laicista, todavía España no ha perdido la fe como otros países de nuestro entorno, se debe, en buena medida, a que hemos tenido obispos como el cardenal Rouco. Que tiene muchos defectos, pero que no ha sido ninguna maldición para la Iglesia española, sino todo lo contrario. Como habrá poca gente que se lo diga, y aunque no lo necesite, yo sí quiero darle las gracias al cardenal por haberse esforzado siempre, también al frente de la CEE, en salvar almas para Cristo.
Ya ven, qué malo es el cardenal Rouco, ¿verdad?
José Antonio Méndez
PD: que sí, que sí, que yo trabajo en Alfa y Omega, que es del arzobispado de Madrid. Y ahora, llámeme usted pelota y suponga que el cardenal me está preparando un destino privilegiado. Qué suerte tiene usted de que los prejuicios no tengan que facturarse cuando viaje en avión, porque con el tamaño que tienen los suyos le iba a salir por un ojo de la cara…