Poco a poco, nos vamos convenciendo de que el mundo actual se mueve en el tablero de la comunicación. Por tanto, es importantísimo saber comunicar y saber comunicarnos. Lo primero afecta al mensaje, a los contenidos que queremos transmitir. Lo segundo, a nuestra actitud, a nuestros modales, a nuestras técnicas. Por eso, están de moda infinidad de cursos sobre el apasionante mundo de la comunicación. Cursos de tres jornadas, intensivos, pero perfectamente diseñados para que aprendamos a expresarnos o para que dominemos el arte de hablar en público. Los dirigentes de la sociedad actual se han dado cuenta de que lo verdaderamente importante no es tanto la verdad pura y desnuda, sino los "estados de opinión" que se crean en torno a esa verdad. Y, lógicamente, tienen muy en cuenta esos datos, para ajustarse así a los gustos del gran público que, derivarán después, en la cosecha del número de votos o de aplausos. A veces, en muchas ocasiones, poco importa que la verdad esté de nuestra parte, si su contenido es rechazado por una inmensa mayoría. Nos quedaremos solos en su defensa. De ahí, nació la famosa frase de lo "políticamente correcto", aquello que es aceptado por los "estados de opinión" que, a su vez, han sido creados especialmente a través de las encuestas, de las entrevistas, de las declaraciones que sutilmente son dirigidas por los medios. Y así, nos encontramos también con otra famosa conclusión: "una mentira se repite durante el tiempo que haga falta, hasta que cale de tal manera que sea considerada como verdad".
Al ciudadano de a pie, le quedan dos alternativas: o percibe con claridad el juego de la comunicación, sus entresijos, sus trucos, sus estrategias, y actúa en consecuencia, o se queda al margen, y da por bueno todo lo que le comunican por tierra, mar y aire, otorgándole credibilidad. En ésas estamos. Discursos, declaraciones, entrevistas en los medios, frases, eslóganes, palabras con su tono adecuado pero que carecen de la debida argumentación o razonamiento, suelen dar en la diana y pasan a formar parte, sin que nos demos cuenta, de nuestras convicciones, emociones y sensaciones. No debemos olvidar que los medios de comunicación utilizan como material importante todo lo que es conflicto y conflictivo, convirtiéndolo en polémica.
Si no existe, se provoca. Si las aguas están tranquilas, se remueven y se ponen en movimiento, para que inmediatamente se establezcan los distintos frentes. A continuación, se crea una frase o un eslogan que se repite las veces que haga falta, buscando el impacto.
Hoy, las ideas no se transmiten desde la sencillez, sino que se venden desde el mercantilismo más feroz. Por eso, es de todo punto necesario cultivar y aprender a comunicarnos y a saber elegir, distinguir y valorar lo que nos comunican. Entre otras razones, para que no aceptemos "gato por liebre".