Durante esta época va habiendo cantidad de discusiones sobre quiénes son mejores, los de las Comunidades Neocatecumenales, los del Opus, los de las Parroquias, y los de otros movimientos y entidades que están actuando en los mismos sitios. Uno, ante el hecho de que unos critican a otros, se pregunta cuáles son los mejores, y con frecuencia no sabe uno a qué atenerse.
Aunque en las parroquias suele haber cantidad de movimientos, grupos, asociaciones de todo tipo, eucarísticas, marianas, sociales, familiares, llaman especialmente la atención dos: las Comunidades Neocatecumenales, llamadas también Kikos y el Opus. Y vienen los comentarios de los miembros de la Onu de mi pueblo.
Empieza José: menudo lío han armado un grupito de fieles de mi parroquia con algunos que pertenecen a los grupos de los Kikos. Que si os creéis los mejores, que si no tenéis vocaciones, que si se os escapan los jóvenes, que si parecéis una secta, que si sois unos rutinarios, que si los curas no os pueden ver ya que dividís la parroquia. ¡Madre, la que se armó!
Yo también, añade Andrés, he estado en algunas reuniones de este tipo. Venían a decir que unos eran mejores que los otros. Los de la parroquia les decían que ellos están ausentes de la parroquia y viven su vida; que tienen sus celebraciones sólo para ellos y que no colaboran con las parroquias. Otros se metían con el Opus y venían a decir algo por el estilo, que los del Opus se reúnen ellos, que se confiesan sólo con un sacerdote del Opus, que tienen sus actividades propias, que no colaboran con la parroquia, y cosas por el estilo.
Dice Vicente: sí; algo de eso pasa y es una pena porque todos somos católicos y debiéramos actuar todos juntos, sin capillitas. Pero no sé quién tiene la culpa si los de estos movimientos o las parroquias, porque también es cierto que algunos párrocos colaboran mucho con estos movimientos y claro, uno se pregunta por qué esas divisiones. Algunos de los fundadores de distintos movimientos han sido canonizados. Algo quedará, digo yo.
Pero que hayan sido canonizados, añade Juan, no significa que sus fundaciones vivan el estilo de vida que ellos vivieron. Una cosa es que los fundadores fuesen santos y otra, que los fundados lo sean, o al revés.
A mí me parece, dice Andrés, que no es correcto que no haya compenetración entre estos grupos y las parroquias, aunque en algunas parroquias que yo conozco, la hay; depende mucho del cura y de quienes dirigen estas asociaciones, porque no está bien que trabajen estos grupos tan separados, que algunos, incluso los llaman los hermanos separados.
La verdad es que no sé por qué regla de tres, añade Vicente, los grupos tienen seguidores, incluso jóvenes, mientras que en muchas parroquias no sale ni un joven apóstol mientras que en los grupos sí salen, y muchos. No sé si visteis el otro día en televisión, la cantidad de familias que el Papa envió como misioneros a países muy lejanos y con peligro de ser perseguidos; a mí me saltaron las lágrimas al verlo. Y las parroquias ¿qué? ¿No habría manera de pensar en serio por qué en esos grupos sí y en las parroquias no?
A mí se me ocurre, dice José, que en esos grupos hay lectura de la Biblia y no hay que olvidar que, al leerla se escucha al mismo Dios, y si se trata de la lectura del Evangelio es el mismo Jesús quien nos habla y a quien escuchamos; hacen oración y reciben los sacramentos de la eucaristía y la confesión y en muchas parroquias hay que reconocer que trabajan mucho los sacerdotes, pero no dejan trabajar a Jesús. Y aquello de “Sin mí no podéis hacer nada”, sigue teniendo vigencia, creo yo. Venga, Juan, di algo, que estás muy callado.
Yo no soy muy clerical, como sabéis, dice Juan, No es que no sea católico, pero no frecuento mucho. Sin embargo, pienso que tanto los sacerdotes como los de esos movimientos no deben creerse los únicos ni los mejores. Los sacerdotes no pueden pensar que son los únicos que deben decidir en lo pastoral, y los pertenecientes a esos movimientos deben pensar que no pueden ir por libre; creo yo que tanto los sacerdotes como los de los movimientos deben contar con el obispo, y los obispos, claro que con el Papa. Y a mí también me ha llamado la atención eso que habéis dicho y que también yo vi, que el Papa envió a muchas familias y sacerdotes a evangelizar. No creo que lo hubiese hecho sin la convicción de que era algo positivo para la Iglesia.
José, tomándose el último sorbito de café, añade: Yo, como miembro de nuestra Onu, estoy convencido de que todos los católicos debemos ser muy conscientes de que hemos de buscar siempre lo que pidió Jesús al Padre: “que todos sean uno” y lo que la Iglesia pide cada día en la misa: “concédele la paz y la unidad”, de manera que todo lo que sean luchas y fomentar divisiones es contrario a los deseos de Jesús. Sin creerme santo ni muchísimo menos, creo que perdemos tiempo echándonos puyitas unos a otros. ¿Por qué no trabajamos para el Señor y únicamente para el Señor y le dejamos trabajar al Señor por medio de nosotros?
José Gea