Si la primera de las fuentes del islam no es, como resulta bien conocido, otra que el
Corán, con un carácter sagrado como entre los cristianos el
Evangelio, la segunda, bastante menos conocida entre los que no profesan el islam, es el llamado
“Hadiz”.
“Hadiz” (en árabe: حديث) significa narración o referencia, y recoge los dichos y los hechos del profeta Mahoma, según contados por los llamados “compañeros” y compilados por una serie de autores, y está llamado a constituir una fuente y modelo del comportamiento que debe observar el buen musulmán a partir de la imitación de lo realizado en su momento por el
Profeta.
El término
“hadiz” permite dos usos: uno más genérico que se refiere a toda la compilación, generalmente
“el Hadiz”; y otro más específico que se refiere a cada uno de los dichos o hechos relatados que componen esa compilación, generalmente
“un hadiz” o
“los hadices”. En otras palabras, el
Hadiz está compuesto de muchos y variados
hadices.
La fuerza vinculante del
Hadiz emana del propio
Corán, que la avala varias veces, como por ejemplo cuando dice:
“En el Enviado de Dios tenéis ciertamente un bello modelo para quien cuenta con Dios y con el último Día y que recuerda mucho a Dios” (C. 33, 21, según la traducción al español de
Julio Cortés).
El
Hadiz es fuente, por un lado, de la llamada
“sunna” (que da por ejemplo la palabra “sunita”, una de las dos ramas islámicas principales) o tradición, y por otro, de la
“sharía” y demás leyes vigentes en los países islámicos.
Todo
“hadiz” (así, con minúscula) está compuesto de dos partes. Una primera o
“isnad” que recoge la cadena de personalidades que avalan el relato concerniente a la vida de
Mahoma. Reviste una forma similar a
“afirma Fulanito, refiriéndose a las palabras de Menganito, quien oyó decir a Zutanito que...”.
Y una segunda o
“matn” que constituye propiamente el contenido del relato.
Un buen ejemplo de hadiz sería el siguiente que tomo del
“Al-Muttawa”, libro islámico al que un día nos referiremos en esta columna:
“Me relató Yahia, de Malik, de Abu Zinad, de al-Aray, de Abu Huraira, que el Mensajero de Alá, al que Alá le dé Su Gracia y Paz, [hasta aquí isnad]
dijo: ‘Cada profeta tiene una petición con la que pide y quiero guardar mi petición como intercesión para mi umma en la Otra Vida’ [matn]
”.
La clasificación de los hadices se desarrolla a partir del tercer califa,
Osmán o
Utmán, a través del análisis de los llamados
“muhaddiz”, los cuales los ordenan según su fiabilidad en varias categorías.
Las grandes recopilaciones del hadices datan de los siglos IX y X, y entre los muchos recopiladores de hadices existen seis más reconocidos o canónicos, a saber,
Sahih Al-Bujari (810-870);
Muslim ben al-Haŷŷaŷ (821-875);
Abu Da’ud (m. 888);
Mohammed ben Isa al-Tirmidhi (m. 892);
al-Nasa’i (m. 915); y
Ben Maŷa (824-886). Persas los seis.
El
Hadiz chiíta registra diferencias con el sunita y son sus principales autores
Ya’qub al-Kulini (m. 939),
Ali al-Babaway al-Qummi (m. 991) y
al-Hasan al-Tusi (m. 1068).
©L.A.
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