Titulaba así recientemente su crónica Juan Vicente Boo, corresponsal del diario ABC en el Vaticano: “El Papa podría admitir a la comunión a algunos divorciados vueltos a casar”.
Nada sospechoso de anticlerical, el periodista añadía:
“El Papa Francisco sorprendió el viernes a los cardenales de todo el mundo, reunidos en el Vaticano, aplaudiendo sin reservas la presentación introductoria de dos horas realizada por el cardenal Walter Kasper el día anterior, que propone readmitir a la Eucaristía a algunos divorciados vueltos a casar que cumplan requisitos muy específicos”.
Francisco alabó así la “teología serena” del purpurado alemán ante el centenar y medio de cardenales:
La misma serenidad con que, a juicio del Papa, el cardenal alemán compuso su libro Misericordia, que ha dado pie a la elaboración de una parte del cuestionario que Francisco ha remitido a los más de 1.200 millones de católicos en todo el mundo ante el Sínodo Extraordinario de la Familia del próximo mes de octubre.
Bajo el epígrafe “Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles”, la encuesta incluye preguntas como estas:
“-¿Los separados y divorciados que se vuelven a casar son una realidad relevante en la iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podrían estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastorales adecuados? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en el camino de fe?”.
Leyendo a Kasper, encontramos la raíz de algunas de estas cuestiones que en su día le hicieron discrepar con Ratzinger:
“El mensaje de la Iglesia –advierte Kasper en su obra Misericordia- debe repercutir en su praxis concreta, plasmándose en una cultura de la misericordia en toda la vida eclesial… La crítica más grave que se le puede hacer a la Iglesia es, como ya ha quedado dicho, la de que con frecuencia no lleva o no parece llevar a la práctica sus palabras, que habla de la misericordia de Dios, pero muchas personas la experimentan como rigurosa, dura e inmisericorde. Tales acusaciones se formulan, por ejemplo, en referencia al trato que la Iglesia depara a las personas en cuya vida ha habido rupturas o fracasos, a los divorciados que han vuelto a casarse civilmente y a quienes (según el derecho civil) han abandonado la Iglesia, a menudo sólo porque no querían o no podían pagar el impuesto eclesiástico…”.
¿Significa eso acaso que la doctrina de la Iglesia sobre los sacramentos, y en particular sobre la administración de la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar, es a veces “rigurosa, dura e inmisericorde”, parafraseando a Kasper?
Nada sospechoso de anticlerical, el periodista añadía:
“El Papa Francisco sorprendió el viernes a los cardenales de todo el mundo, reunidos en el Vaticano, aplaudiendo sin reservas la presentación introductoria de dos horas realizada por el cardenal Walter Kasper el día anterior, que propone readmitir a la Eucaristía a algunos divorciados vueltos a casar que cumplan requisitos muy específicos”.
Recordemos que, ya en su primer Ángelus, el Romano Pontífice había elogiado el libro Barmherzigkeit –Misericordia, en alemán- del propio Kasper, que enseguida comentaremos.
Francisco alabó así la “teología serena” del purpurado alemán ante el centenar y medio de cardenales:
“Ayer por la noche volví a leer -¡pero no para dormirme!- el trabajo del cardenal Kasper y querría darle las gracias porque encontré teología profunda y pensamiento sereno”.
La misma serenidad con que, a juicio del Papa, el cardenal alemán compuso su libro Misericordia, que ha dado pie a la elaboración de una parte del cuestionario que Francisco ha remitido a los más de 1.200 millones de católicos en todo el mundo ante el Sínodo Extraordinario de la Familia del próximo mes de octubre.
Bajo el epígrafe “Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles”, la encuesta incluye preguntas como estas:
“-¿Los separados y divorciados que se vuelven a casar son una realidad relevante en la iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podrían estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastorales adecuados? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en el camino de fe?”.
Leyendo a Kasper, encontramos la raíz de algunas de estas cuestiones que en su día le hicieron discrepar con Ratzinger:
“El mensaje de la Iglesia –advierte Kasper en su obra Misericordia- debe repercutir en su praxis concreta, plasmándose en una cultura de la misericordia en toda la vida eclesial… La crítica más grave que se le puede hacer a la Iglesia es, como ya ha quedado dicho, la de que con frecuencia no lleva o no parece llevar a la práctica sus palabras, que habla de la misericordia de Dios, pero muchas personas la experimentan como rigurosa, dura e inmisericorde. Tales acusaciones se formulan, por ejemplo, en referencia al trato que la Iglesia depara a las personas en cuya vida ha habido rupturas o fracasos, a los divorciados que han vuelto a casarse civilmente y a quienes (según el derecho civil) han abandonado la Iglesia, a menudo sólo porque no querían o no podían pagar el impuesto eclesiástico…”.
¿Significa eso acaso que la doctrina de la Iglesia sobre los sacramentos, y en particular sobre la administración de la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar, es a veces “rigurosa, dura e inmisericorde”, parafraseando a Kasper?
El Papa Francisco ha abordado hoy de nuevo el tema de los divorciados en su homilía, durante la cual ha aludido a los fariseos que se presentan ante Jesús con el problema del divorcio. Su estilo, según ha revelado, es siempre el mismo: la “casuística”, ¿es lícito esto o no?
“Siempre el pequeño caso –se ha lamentado Francisco. Esta es la trampa: tras la casuística, tras el pensamiento casuístico, hay siempre una trampa. ¡Siempre! “¿Es lícito hacer esto?...”.
El Papa ha pedido “no condenar” sino “acompañar” a los divorciados vueltos a casar. Y lo mismo que Francisco ha querido que los católicos de todo el mundo respondan a sus preguntas en infinidad de parroquias, el rebaño podría pedir a su pastor que contestase sin rodeos a una sola: ¿Es partidario o no de administrar la Comunión a los divorciados vueltos a casar?
La ambigüedad o el silencio flaco favor hacen a la Iglesia.
Más información en: https://www.facebook.com/josemariazavalaoficial
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