Circula por la red a ritmo viral un vídeo en el que un recién nacido llora desconsolado cuando las enfermeras le retiran momentáneamente a la madre la patria potestad para asearlo. Al retornar a los brazos maternos, limpio y perfumado, el crío sustituye el pataleo por la calma. La virtud del vídeo estriba en que aclara que es el niño y no la madre el que debe de ejercer su derecho a decidir. Cualquier madre que quiera serlo sabe que el derecho a decidir es la opción del niño a nacer cuándo y dónde quiera, incluso en Belén pudiendo hacerlo en Bilbao. El vídeo destroza pues el argumento progresista de que un hijo no deseado es material reciclable y la tesis de que una mujer es la antítesis de una madre. Como si no fuera posible compatibilizar la toma de las cuatro de la madrugada con la noche es joven.