Es una personalidad singularísima, polifacética, rica en matices, a la que sólo se accede cuando se traspasa el manto de candidez y pudor con el cual el mismo santo recubrió su vida y sus acciones.
Decir de él que es "predicador", es enumerar, al mismo tiempo, sus múltiples horas de oración litúrgica y contemplativa así como sus horas de estudio, incesantes, apasionantes, en la escuela de Palencia, en el cabildo de Osma y después en Prulla, en Tolosa, dedicando tiempo a prepararse mediante la teología.
Él ofreció, como un vaso desbordante, tanta agua viva como él había recibido y retenido. Sus horas de oración (litúrgica y contemplativa) y sus horas de estudio de sólida teología tienden a comunicarse. Sólo un corazón pastoral y atento a las necesidades de la Iglesia puede verter tanto como él ha recibido.
La ocasión es providencial. Ha viajado en el séquito de su obispo Diego a una misión real a Dinamarca. Pasa por la Narbonense donde cátaros y valdeses han hecho estragos. Su dualismo, su predicación exigente, su aparente evangelismo y vida ascética contrastan con el estado de la Iglesia y los modos de vivir de sacerdotes y obispos. Aparecen como espirituales, ascetas, más fieles a Cristo, engarzando con la forma de vida apostólica.
Diego, el obispo, y Domingo, quedan impresionados. Son sectas con apariencia radicalmente evangélicas. Deciden, y el papa Inocencio III está empeñado en ello, unirse a la Predicación que los legados pontificios cistercienses están llevando a cabo. Predican sin cesar. La zona sur de Francia, la Narbonense, es terreno abonado de herejías y sectas. Es necesaria una predicación paciente, una tarea evangelizadora que vaya avalada por un estilo exterior muy concreto de vida: cuanto más evangélico, mejor; al pie de la letra siguen las instrucciones del Señor a los discípulos: descalzos, de dos en dos, sin dinero... orando por la noche, orando por los caminos.
Seguirán los métodos usuales en esa época: controversias públicas, en la plaza, con los herejes, con el respectivo turno de palabra y la cita de autoridades (bíblicas y patrísticas) que Domingo escribe por la noche en hojas para refutar las herejías. Pero también con la predicación itinerante en las plazas para convertir a los numerosos cristianos que desviándose se han adherido a las sectas. La palabra y el ejemplo de vida los van convirtiendo... Santo Domingo, para reforzar esto, es penitente, ofrece sacrificios y mortificaciones, penitencias, dormir en el suelo, ayunos. De día, pues, las horas litúrgicas rezadas y la intensa predicación; de noche, la oración contemplativa, estudio y penitencias.
Esta predicación itinerante, avalada por el Papa con el sello de la "Predicación de Nuestro Señor Jesucristo" harán que Domingo, siempre a la sombra de su obispo Diego, vea un nuevo proyecto paso a paso, que cuajará y se hará sólido en su Orden de Predicadores al cabo de unos años.
El ideal de la época, la forma de vida apostolica (vivendi forma apostolica), es asimilada por Domingo. Así su predicación lleva la impronta radical y libre del Evangelio. De 1206 en adelante, la vida de santo Domingo asumirá el modelo de vida apostólico y su acción será la predicación.
No marcha solo: en el camino siempre los predicadores, con el sello papal y en misión, irán de dos en dos. Pero Santo Domingo, cuando la Predicación ya no sea ocasional, misional, sino algo más estable y perpetuo, creará comunidades, comenzando por la de Prulla, donde convivan los predicadores, descansen, recen y estudien, y al lado comunidades femeninas que guiadas por Domingo, sean el apoyo orante de hermanas que reforzarán la predicación con sus plegarias de intercesión. Quien va enviado siempre tiene la compañía de la Iglesia y de una comunidad que lo respalda con el afecto y la oración.
Es el predicador; santo Domingo ve que muchos males provenían de la ignorancia religiosa, que inducen a la superstición, al descreimiento y a estar expuestos a la influencia de ideologías, sectas, o grupos exaltados. La ignorancia ha de ser combatida con la continua predicación, si ésta nace de la contemplación y del estudio.
Santo Domingo sigue siendo un referente.