Jesús mismo dice que con el amor la ley de Dios cobra plenitud. Lo que no significa poner apostillas sensibleras a los Mandamientos para desvirtuar su esencia ni incluir la letra pequeña en la exégesis bíblica, sino, antes bien, aclarar que la misericordia es el hilo conductor del Decálogo. Jesús no reprende al hombre que tiembla porque el hombre que tiembla es consciente de que lo suyo no es vértigo, sino pecado. Y el antídoto del pecado es el perdón.
El efecto inmediato del perdón es la calma, que es a su vez el biotipo de la teología serena que, según el Papa, envuelve la propuesta del cardenal Kasper para que, en determinados casos, las personas divorciadas casadas por lo civil en segundas nupcias reciban la comunión. El gesto de Francisco al ensalzar la propuesta es un gesto de misericordia que tiene en cuenta que el hombre no es Dios para ayudarle a ser perfecto. Creo que Francisco presta auxilio porque sabe que lo peor que le puede pasar a quien transita de espaldas por un desfiladero no es perderse las vistas.