Europa quiere apartar a Cirilo y Metodio, los santos padres fundadores, de su consejo de administración mediante la supresión del arancel espiritual que hasta ahora ha aportado textura humanista a la piel continental. Europa, sin el abono de la Biblia, es hoy un yermo parque temático del bienestar regido por el relativismo, modelo que propone al hombre dar vueltas sobre sí mismo para responsabilizar a Dios del mareo.
El relativismo es la cara amable de una dictadura que no necesita tanques para cercar la libertad, el recolector de manzanas del árbol del bien y del mal, que sirve en compota para enmascarar el sabor a una sociedad desganada que, en vez de maná, pide fruta prohibida para los postres, pero que al ir a pagar se da cuenta de que está desnuda.