En las secundarias y bachilleratos, no faltan las y los que se sienten modelos, ejerciendo presión social sobre los demás, quienes en lugar de ser ellos mismos, contribuyen a la dictadura, pues no se atreven a razonar y, desde ahí, separarse del estilo de vida que les han impuesto. Salir los fines de semana a un bar o a la disco, es algo bueno y propio de la edad; sin embargo, el problema es cuando asisten solamente para cubrir el requisito que les han cargado los disque líderes de sus respectivos grupos de “amigos”. ¡Más vale tener dos o cuatro amistades de verdad que vivir encerrados en un ambiente vacío, superficial y aparente, en los que el amor y la amistad brillan por su ausencia!
Ahora bien, ¿por qué se sostienen como dictadores “sociales”? Aparecen dos motivos a saber. En primer lugar, hay que mencionar a los compañeros que los siguen renunciando a sus propios criterios y valores. Ahora bien, en segundo lugar, están sus parejas, quienes aun sabiendo que les han sido infieles una y otra vez, prefieren callarse, obviar el asunto, pues se sienten beneficiados por el modelo social corrupto. El problema no es la sociedad en sí misma, sino los liderazgos que surgen de ella sin que nadie aplique un “¡ya basta!” Por lo tanto, bienvenida la amistad, el noviazgo y la sana diversión, pero dejando claro que los aburridamente superficiales, nunca estarán -salvo arrepentimiento previo- en la verdad, aquella que nos hace humanos y felices. El momento es ahora.
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