Puede que esta afirmación suene feminista. Nada más lejos de mi intención, de hecho, ha sido el feminismo el que ha hecho que nos llevemos la peor parte, porque si la cultura de la muerte tiene como objetivo destruir a la persona física y espiritualmente, la gran víctima ha sido la mujer, aunque también y por supuesto se han llevado a los varones por delante. Digo que somos las peor paradas porque hemos asumido como buenas para nosotras lo que nos destruye y nos degrada.
El primer golpe mortal a la mujer fue la revolución sexual, el segundo la anticoncepción, el tercero el aborto, todos hijos del mismo padre y después uno detrás de otro.
La revolución sexual desvinculó el amor del sexo, con lo que nos convertimos unos a otros en objetos sexuales, se perdió el respeto al cuerpo del otro y a nuestro propio cuerpo. Esto es terrible para varones y mujeres, pero hay que ser sincero, la peor parte es para nosotras porque no hay nada más alejado de nuestra naturaleza femenina que la promiscuidad. Hasta las hembras de los animales son selectivas respecto a los machos, cuanto más las mujeres que somos cuerpo, alma y espíritu y nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.
La anticoncepción fue la base de la revolución sexual, no habría revolución sexual sin ella, ya que desvincula la sexualidad de la procreación. La ‘Humanae Vitae’ advertía de que la anticoncepción acarrearía infidelidad conyugal, degradación general de la moralidad y pérdida del respeto a la mujer. Y sería además un arma peligrosa en las manos de autoridades públicas. Todas estas profecías se han cumplido y con creces.
Es el sueño del marqués de Sade y de todos los varones depravados de todos los tiempos, mujeres siempre disponibles para satisfacer sus pasiones sin compromiso y sin prole, esto nos ha traído la supuesta ‘liberación’ de la mujer.
Aunque lo peor estaba aún por llegar, porque no hay nada tan abominable y destructor como el aborto para las mujeres. Ya he dicho muchas veces que no solo para las mujeres, puesto que los varones también son padres y pierden un hijo, pero también es cierto que es la mujer la que lo vive físicamente y la que supuestamente toma la decisión, porque las más de las veces si no todas dista mucho de ser una decisión libre.
Muchas otras cuestiones terribles de la cultura de la muerte se ceban especialmente con las mujeres, no solo lo ya apuntado de las profecías de 'Humanae Vitae', sino, por ejemplo, con la transexualidad, que supone que el ser mujer ni siquiera es algo biológico y así los varones “trans” empiezan a copar los pódium del deporte femenino e incluso las cárceles de mujeres donde no se portan precisamente como angelitos.
Las mujeres también son las víctimas del desgraciadamente cada vez más floreciente comercio sexual y del comercio de vientres de alquiler en el que Ucrania es el gran supermercado de bebés.
Estas son, entre otras, las grandes pobrezas que viven las mujeres hoy en día, más esclavas que nunca, más solas que nunca, más pobres que nunca, más sufrientes que nunca, más sometidas al varón que nunca y todo gracias a ese supuesto feminismo liberador, ariete de la cultura de la muerte y mafia subvencionada por miles de millones y del que nadie se atreve a rechistar so pena de ser tachado de machista y misógino.
Dicen que ahora somos más libres, ¿libres? ¿libres de qué? ¿libres para trabajar 12 horas al día y no poder tener hijos o no poder cuidarlos o tener que sacarlos adelante solas porque el varón ha desaparecido del mapa? ¿libres para satisfacer las pasiones de los varones sin amor ni compromiso? ¿libres de matar a nuestros hijos?, ¿libres de enseñar el pecho en público y hacer el payaso por la calle disfrazadas?... Pues para ese viaje no hacían falta alforjas.
Y lo malo es que como siempre los ideólogos saben lo que hacen y lo que dicen y a quien sirven, y luego todas las demás lo tragan acríticamente porque si una es mujer pues tiene que ser feminista, claro. Todas llevadas al matadero como ovejas.
Afortunadamente, creo que como el mal se devora a sí mismo y este falso feminismo tan dañino y asesino también lo está haciendo. Que las mujeres volvamos nuestro corazón y nuestros ojos a la Reina del Cielo y de la Tierra, María, Virgen y Madre. Ella sí es ejemplo de mujer, ella sí me representa, ella sí es mi modelo y no estas locas que se arrogan la representación de las mujeres y no son sino pobres títeres engañadas, dignas de verdadera lástima.