La migración anual de las mariposas desde el estómago a la garganta explica que el desasosiego sea la marca España de los enamorados. Hay quien otorga a este día un carácter meramente comercial, pero eso es porque desconocen que San Valentín no es cupido con más vista, sino el obispo mártir que al casar en secreto desafió una orden de Claudio II, El Gótico, quien, a fin de contar con una población preparada exclusivamente para la guerra, prohibió el amor.
¿Es posible prohibir el amor? Por supuesto. Prohibir el amor en el siglo III es lo mismo que prohibir hoy la vida, que es lo que acaba de hacer el Parlamento belga al aprobar la eutanasia infantil sin límite de edad. Basta con que un psiquiatra acredite que el niño es capaz de discernir para que le agilicen el tránsito hacia una tumba, pequeña y blanca. El problema es que nadie aclara si el discernimiento lo alcanza el crío cuando descubre que los Reyes Magos son los padres o cuando se compadece del dolor de su madre, que llora a hurtadillas porque sabe que lo que tiene el niño en el vientre no son gases.