Al hecho –ciertamente no de mera anécdota– de la renuncia del Papa Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013, le siguió un detalle anecdótico –este sí– que fue lo que acompañó la noticia del día: al final de la tarde de esa misma jornada un rayo golpeó la cúpula de la basílica de san Pedro. Y así la lectura de aquel suceso natural quedó en cierta forma vinculado con el acto de humildad y amor que Benedicto XVI había realizado hacia el medio día.
Video del momento del acto de renuncia:
Video del rayo en la cúpula de san Pedro la tarde del día en que Benedicto XVI anunció su renuncia al pontificado:
A un año de distancia queda claro que aquella determinación del ahora Papa emérito no fue una precipitación o salida de emergencia a unas situaciones agobiantes. El paso de estos 12 meses ha supuesto la posibilidad de identificar que a la raíz de un evento histórico como la renuncia de un Papa del siglo XXI se encuentra algo tan sencillo como grande: secundar la voz de Dios, el querer de Dios escuchado en lo íntimo de su conciencia. Siendo la conciencia algo tan personal cualquier crónica mediática que busque leer y entrelazar más o menos forzadamente otros sucesos acontecidos durante el pontificado de Benedicto XVI son meras conjeturas; indicios siempre parciales y quién sabe si definitivos. Un año después, Benedicto XVI sigue reservándose sólo para él y Dios la razón confirmativa que le llevó a dar un paso como el que dio.
Foto: Alessandro di Meo. |
Pero tras este primer año el Papa emérito también se ha dejado ver: tanto por medios oficiales como por paparazzis (véase «Robándole la intimidad a Benedicto XVI: un par de reflexiones a raíz de unas fotos recientes en la prensa italiana») lo hemos podido ver, quizá menos de lo que nos gustaría, y sabemos que a pesar de los achaques propios de la edad mantiene lúcida su mente, contesta cartas (y algunas con una contundencia clarividente, como la que respondió al matemático ateo Odifreddi), recibe visitas, pasea por los jardines y, sobre todo, reza. Es el «monje» del Vaticano que en sus espaldas cargó la responsabilidad no menos relevante de la oración por la Iglesia. Y es que la oración es su apostolado. Lo ha comentado un aguerrido rebelde y crítico, Hans Küng, en declaraciones para el periódico italiano La Repubblica (10.02.2014): «Su única y última tarea es sostener con la oración el pontificado de Francisco», dice el teólogo heterodoxo, revelando así el contenido de una carta privada que el mismo Papa Ratzinger le escribió a Küng.
Y esa misión particular ha sido en cierta forma correspondida con el «tuit» que el Papa Francisco envió desde su cuenta en los diversos idiomas el 11 de febrero:
No es exagerado pensar que el «éxito» humano detrás de la «Bergogliomania» y el nuevo aprecio suscitado hacia la Iglesia y su misión sean la consecuencia de la oración de Benedicto XVI escuchada por Dios.
Por lo demás, aprovechando el contexto de la fecha, han sido numerosísimos los artículos publicados en este primer aniversario. Por su interés reproduzco los enlaces a algunos. De especial valor la entrevista del Centro Televisivo Vaticano a Mons. Ganswein, secretario particular de Benedicto XVI, y actual prefecto de la Casa Pontificia, con algunos detalles más sobre el tema de la renuncia (sólo está en italiano):
También son de interés estos artículos:
La renuncia del Papa: análisis y comentarios de los vaticanistas (trabajo de Luis Badilla en su blog Il Sismógrafo).