No teníamos bastante con la aprobación del informe Lunacek por el Parlamento Europeo y nos encontramos con un nuevo informe, esta vez remitido por el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, dando indicaciones a la Santa Sede y los Católicos, para que reformemos la doctrina católica en los puntos “de fricción” con la ideología de género. 
 

Miremos a ver qué texto de los Padres de la Iglesia puede hacer un poco de luz. San Agustín habla sobre las potestades y poderes que siempre han intentado vencer a la Iglesia, pero que nunca podrán hacerlo completamente. El texto que traigo es un poco más largo de lo normal, pero creo interesante compartirlo parcialmente. Digo parcialmente, porque el sermón LXVII es mucho más largo y contiene muchas pistas interesantes.  Les invito a leerlo completo: 

No tenemos pelea contra la carne y la sangre, esto es, contra los hombres que abiertamente se ensañan con vosotros. Son vasos y los utiliza otro; son instrumentos y los maneja otro. Así dice: Se introdujo el diablo en el corazón de Judas para que entregara al Señor. Y dirá alguno: ¿Qué hice yo entonces? Escucha al Apóstol: No deis lugar al diablo; con tu mala voluntad le diste lugar: entró, te poseyó, te manipula. Si no le dieras lugar, no te poseería. Por eso nos amonesta diciendo: No tenemos pelea contra la carne y la sangre, sino contra los príncipes y potestades. Podría alguien pensar que son los reyes de la tierra, las autoridades del siglo. ¿Por qué? ¿No son carne y sangre? Ya se dijo: No contra la carne y la sangre. No pienses, pues, en hombre alguno. ¿Qué enemigos quedan? Contra los príncipes y potestades de la maldad espiritual, rectores del mundo. Como si diera más al diablo y a sus ángeles. 

Les dio más, les llamó rectores del mundo. Mas, para que no lo entiendas mal, explicó qué mundo es ese del que ellos son rectores. Rectores del mundo, de estas tinieblas. El mundo está lleno de esos que él rige, sus amadores e infieles. El Apóstol las llama tinieblas, y sus rectores son el diablo y sus ángeles. Estas tinieblas no son naturales, no son inmutables: cambian y se convierten en luz; creen y al creer son iluminadas. Cuando eso aconteciere, oirán: Antes fuisteis tinieblas, mas ahora luz en el Señor. Cuando eras tinieblas, no estabas en el Señor; mas cuando eres luz, no estás en ti, sino en el Señor. Pues ¿qué tienes que no hayas recibido? 

Y, pues, son enemigos invisibles, han de ser combatidos invisiblemente. Al enemigo visible le vences hiriéndole; al invisible le vences creyendo. Visible es el hombre enemigo; visible es el herir; invisible es el diablo enemigo; invisible es también el creer… Conocidos ya los enemigos, veamos la defensa. Alabando invocaré al Señor y quedaré a salvo de mis enemigos. Ahí está lo que puede hacer: invoca alabando. Pero al Señor. Si te alabas a ti, no quedarás a salvo de tus enemigos. Alabando invoca al Señor y estarás a salvo de tus enemigos. Pues ¿qué dijo el mismo Señor? Un sacrificio de alabanza me glorificará; y ése es el camino en que le mostraré mi salvación. ¿Dónde está el camino? En el sacrificio de alabanza. No pongas los pies fuera de ese camino.(San Agustín. Sermón LXVII, 4-5-6) 

Volvamos al momento actual. La prensa ha resaltado el punto más polémico del informe de la ONU: las acusaciones de encubrimiento de casos de pederastia, pero hay mucho más. Entre las indicaciones más interesantes, están estas: 

Digamos que existen fuertes coincidencias entre el informe de ONU y el informe Lunacek. Ambos informes tienen un objetivo común bien definido: relegar a los católicos a una minoría sin derechos ni libertades en aquello que choca con la ideología de género. No nos prohibirán ser cristianos, pero sólo lo podremos ser si no lo evidenciamos públicamente. No tendremos problemas si no comunicamos nuestra fe ni la anteponemos a las leyes en vigor. Ya se han dado casos de cristianos procesados por indicar que la homosexualidad o el aborto no son comportamientos normales ni dignos de promoción. En España, unas declaraciones en este sentido, de Mons. Sebastián, obispo emérito de Pamplona, han dado lugar a la apertura de diligencias por parte de la fiscalía. 

Es evidente que detrás de todo esto esta el enemigo y que está haciendo el trabajo mucho mejor que en los últimos intentos. Ya no hay persecuciones violentas ni desagradables muertes. La mejor forma de hacer que el cristianismo se vuelva residual es promocionar la tibieza, la ignorancia y el relativismo. 

Pero no miremos el futuro con desesperanza, el enemigo no puede luchar contra la Verdad. Sólo se dedica en engañarnos para hacernos sufrir. Ese su objetivo, que padezcamos sin sentido alguno. Que rechacemos el don de vivir y que deseemos morir antes que convertirnos y hacer la voluntad de Dios. Nos desea ver como herramientas inútiles que se oxidan y descomponen en un rincón. 

San Agustín habla de la única cura que este tipo de plagas tiene: el sacrificio de la alabanza. Es decir, no dejar de proclamar la Verdad, sin temer el sacrificio que conlleva. Así es como la Iglesia siempre se ha abierto camino hacia las generaciones posteriores. El ejemplo de los mártires es mejor que miles de palabras temerosas del poder humano. 

Contra la oscuridad sólo hay una cura, la Luz. Contra la ignorancia, la luz de la razón. Contra la tolerancia desdeñosa la luz del amor fraterno. Contra la pasividad la luz del compromiso cristiano. No es sencillo seguir adelante cuando vamos contracorriente, pero el Señor nos permite andar sobre las aguas, siempre que tengamos fe y esperanza. 

¿Qué podemos hacer? Informarnos y formarnos para poder contestar a las dudas que otros hay sembrado en tantos corazones. Sólo dando razones, amor y testimonio podemos ser herramientas a través de las que el Señor vuelva a hacerse presente en el mundo.