La homosexualidad en las series infantiles, causa confusión en la mente de los niños y de las niñas, quienes necesitan distinguir entre el sexo masculino y femenino. De otra manera, se provoca una distorsión antropológica, porque cuando la mente no coincide con la predeterminación anatómica, hay un conflicto. Más allá de los diferentes obstáculos que enfrenta la familia, es necesario alzar la voz y defender la inocencia de los más pequeños. Ahora bien, cuando alguno de ellos ha visto alguna caricatura que trastoque el significado de la sexualidad, en lugar de asustarse, conviene que los papás sepan escuchar sus inquietudes y, desde ahí, aclararles las cosas. Si bien es cierto que todos somos iguales ante la ley independientemente de nuestra orientación sexual, hay que reconocer que la presencia de una pareja heterosexual en las series o películas concuerda con el orden natural moral y biológico, no así cuando se trata de un modelo relacional que pretende acabar con el significado original del matrimonio entre un hombre y una mujer. ¿Exclusión de los homosexuales? Nada de eso. Simple y sencillamente, se trata de mantener un contenido apropiado a la edad mayoritaria de los televidentes.
Sería interesante que algunos empresarios católicos se unieran para mejorar la calidad de los contenidos infantiles. No es que todas las series deban hablar de religión, pero que sí sean capaces de reflejar los valores que habitualmente se pasan por alto. Por ejemplo, “Blanca Nieves” no tiene nada de objetable. De hecho, pensando en el papel de la “Bruja”, muestra hasta dónde puede llegar la obsesión de una persona por nunca envejecer. El punto es ofrecer buenos programas que, a su vez, transmitan un mensaje positivo.