La liturgia de este domingo busca que nos acojamos, unos a otros, hasta el sacrificio. El primero en hacerlo fue el mismo Jesús que dio su vida por nuestra salvación.

«Acechemos la justo…».

El libro de la Sabiduría descubre proféticamente lo que hará un día el pueblo de Dios con el Mesías.

Estremecen los detalles que describe y termina justificando a los malos en su conducta, al decir:

«Dicen que hay quién se ocupe de él».

Pues si Dios responde a tanta maldad resucitando a ese justo maltratado, según dicen los malvados:

«Si es el justo hijo de Dios lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos».

Para justificarse, se dicen también los malvados: «Lo someteremos a la prueba de la afrenta y a la tortura para comprobar su moderación y apreciar su paciencia».

El salmista describe la confianza del hombre justo del que habla hoy la Sabiduría.

Ante todo, aparece clara la fe y la confianza que tiene en Dios el justo maltratado:

«Oh Dios, sálvame por tu nombre. Sal fiador por mí… Porque unos insolentes se alzan contra mí y hombres violentos me persiguen a muerte… Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida».

Cuántos fieles de la Iglesia de Dios, desconocidos por este mundo que está de espaldas a Dios. Sobre todo, en África donde se multiplican los mártires. Confiamos que serán semilla y, un día, la luz de la Iglesia vendrá, sobre todo, de ese continente.

El apóstol nos dice:

«Busca la paz, siembra la paz y su fruto es la justicia».

Sin embargo, en el mundo hay muchas envidias y rivalidades que son la causa de tanto desorden y de toda clase de males.

Nuestras pasiones son la causa de guerras y asesinatos.

«En cambio, la sabiduría que viene de arriba es pura y amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera».

En la oración bien hecha encontraremos esa sabiduría que viene de lo alto.

Si queremos gozar de la gloria de Jesús sigamos fielmente sus enseñanzas en el Evangelio:

«Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo».

La verdad es que encontramos en este párrafo evangélico grandes contradicciones.

Por un lado, Jesús profetiza:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán y, después de muerto, a los tres días, resucitará».

Los discípulos están en su mundo y no entienden o no quieren entender lo que anuncia Jesús.

Por eso, cuando llegaron a Cafarnaúm, Jesús les preguntó: «¿De qué hablaban por el camino?».

No se atrevieron a contestar porque les dio vergüenza decir que, mientras Jesús hablaba de sufrimiento, ellos discutían «quién era el más importante» en el reino del que hablaba su Maestro.

El Señor les dijo: «Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y para enseñarlo de una manera más plástica, colocó en medio de ellos a un niño, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí y el que me acoge a mí, no me acoge a mí sino al que me ha enviado».

Este será siempre el camino de la perfección: por la sencillez de un niño, llegar a través de Jesús, a la Santísima Trinidad.

  Escucha aquí la Reflexión Dominical ↓

Reflexion_Dominical_22092024

 

&&&&&&&&&&&&&&

 Evangelio y Homilía Breve

Homilía breve de Mons. José Ignacio Alemany Grau, Obispo Redentorista.
SAN MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA. «Sígueme. Él se levantó y lo siguió».

Pincha en el enlace y escucharás el Evangelio de hoy y la Reflexión → Ver vídeo