Hace media docena de años me leí de cabo a rabo con intención ponerlo en solfa un libro de texto de educación para la ciudadanía de mi hijo mayor, entonces en edad escolar. Como no encontré nada anormal, más allá de una fotografía en la que un anciano limpiaba sonriente el polvo del aparador de su casa mientras su señora sacaba brillo a los bronces, lo releí de nuevo por si me había escapado algo. Pero nada. Quienes lo escribieron, progresistas sin duda, eran también, sin duda, muy listos, pues no dejaron siquiera la huella de la alianza de civilizaciones entre página y página.
Ahora, la fiscalía pide al consejo municipal de la mujer de Granada que le detalle los párrafos del libro Cásate y sé sumisa, editado por el Arzobispado de la diócesis, cuyo contenido considera delictivo. Como quiera que el órgano local solicitó al ministerio público que tomara cartas en el asunto éste le pide información precisa, así que los miembros del consejo tendrán que leerse el libro para dárselo subrayado al fiscal. Me da que les va a pasar lo que a mí con el volumen de educación para la ciudadanía. Más que nada porque los jueces tienen la manía facha de hacer más caso a las pruebas que a los prejuicios.