Ahora bien, vayamos a las diferencias fundamentales entre uno y otro género:
Música sacra: Como su nombre lo indica, va ligada al sacramento. Se emplea dentro del contexto litúrgico. Al respecto, la Constitución “Sacrosanctum Concilium” (Sobre la Sagrada Liturgia) dice lo siguiente:
-“La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas. Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30. (116)”.
-“Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales. (120)”.
Música religiosa: Todo tipo de cantos o alabanzas que promuevan la evangelización fuera de las celebraciones litúrgicas. Por ejemplo, un concierto o retiro.
Lo anteriormente expuesto, nos deja cuatro puntos o conclusiones:
PRIMERO: Para todo hay un tiempo, modo y lugar. No es lo mismo un congreso de música religiosa que una Misa. Dependiendo del contexto, será el género a elegir. Se entiende que para animar a los congresistas el “Veni Creator Spiritus” está fuera de lugar, de la misma forma que “Si tuvieras fe como un granito de mostaza” o “Baja el río” resultan totalmente inapropiados para la adoración del Santísimo.
SEGUNDO: El Concilio Vaticano II no abolió las obras maestras de la música sacra. Al contrario, buscó fomentarlas, tanto en latín como en las lenguas vernáculas.
TERCERO: La Iglesia acepta -con gusto- el esfuerzo de tantos artistas que buscan evangelizar a través de los diferentes cantos religiosos que han compuesto; sin embargo, señala la importancia de saberlos ubicar en el lugar apropiado, pues confundir “peras con manzanas” solamente enreda las cosas.
CUARTO: Es falso que el género sacro sea lúgubre o deprimente. Al contrario, cada vez más jóvenes piden que sea implementado en las celebraciones, porque no hay que olvidar que el arte y la belleza forman parte de la búsqueda del ser humano. No se trata de una censura a las guitarras, pero sí de acomodarlas en espacios más adecuados.
Aclarando las dudas o lagunas, es posible recuperar el significado de la liturgia. De ninguna manera tiene que ver con una obsesión por el pasado, pues las celebraciones van más allá del tiempo y del espacio. La música sacra, en lugar de ser sinónimo de ostentación, resulta necesaria para profundizar en nuestra relación con Dios.