Esto es especialmente perceptible en España, donde ideología y el sectarismo se disputan el puesto de redactor jefe en casi todos los medios de comunicación. Salvo un puñado de excepciones, no hay aquí periódico, radio o televisión que no tenga como objetivo deformar la verdad, especialmente cuando informan sobre la Iglesia, a la que en el mejor de los casos otorgan rango de soldadito de plomo, es decir de institución con buenas intenciones, pero lenta de reflejos. Y el peor, por el modo que la picotean, de palomo cojo. Ni uno, entre los críticos, tiene la deferencia, o la intución, de equipararla al menos al patio feo.