Le ruego que tome nota porque a Ud. y a su grupo, defensores del aborto, voy a ayudar con un nuevo argumento. Es nuevo; no lo he visto en ninguna parte. Decís mucho que la madre es libre, que es adulta, que es dueña de su cuerpo, que es dueña hasta del cuerpo de su hijo, que nadie tiene derecho a entrometerse en el asunto del aborto y que una niña de x años puede abortar sin el consentimiento de sus padres, aunque sea menor de edad. Y decís también que vais a tratar de anular el Concordato con la Santa Sede si se cambia la ley del aborto. Y hacéis muchas huelgas porque hay leyes que no os gustan.
Pero os falta una huelga y os animo a que animéis a participar en ella porque se trata del pan y del agua de muchos trabajadores; y como sois muy sensibles ante la gente que se queda sin trabajo, tanto vosotros como vuestros sindicalistas, ánimo. Desde luego, la ley sobre el aborto, seguro que sale, porque los parlamentarios serán como serán, pero hay los suficientes diputados con la cabeza bien puesta, que seguro que la aprueban; también, creo, que los hay en vuestro partido; por lo menos, antes los había.
El nuevo argumento es éste: van a quedar sin pan y sin trabajo los que hacían el negocio del aborto, los que tenían clínicas abortivas, los que trabajaban en ellas, los que fabricaban medicinas, no para curar sino para matar, los médicos que se prestaban a ello, muchos de los que hacían propaganda para que abortasen… Animadles para que hagan algunas manifestaciones de protesta y os adherís a ellas. Os serán bien conocidas las cifras millonarias que se manejan en el negocio del aborto. Porque supongo que también conocéis, aunque nunca hacéis uso de ello, las verdades que nos cuentan algunos exabortistas.
Éste es el nuevo argumento al que me refería, porque los anteriores que aportabais no tienen ninguna consistencia; entre otras razones, porque evitabais hablar del niño. Y quienes defendíamos sus vidas no decíamos que las mujeres que abortaban no fuesen adultas ni libres ni nada de eso, sino que decíamos que nadie, ni el Estado, puede suprimir una vida humana inocente e indefensa. Y menos, cuando quienes consentían en el crimen eran las propias madres. De eso no les habláis a las madres; las empujáis a abortar porque el montante económico está en juego. ¡Jugar con la vida de los niños todavía no nacidos!
Y si el Estado prohibiese totalmente el aborto, no es porque siguiese el parecer de los obispos y se dejase guiar por ellos, sino unos, por fe y otros, por sentido común, estarían en la misma línea del magisterio de la Iglesia como tantas veces hemos dicho.
Aprovecho la ocasión para recordar a las madres y al Sr. Rubalcaba y a quienes apoyan el aborto, unas frases del Papa Juan Pablo II que citaba en el artículo anterior, cuando dirigiéndose a las madres, decía: “Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre”.
En nuestra querida España hemos llegado hasta considerar el aborto como un derecho: cualquiera puede matar. Me pregunto: ¿Cómo puede cabernos en la cabeza que matar a un inocente sea un progreso? ¿Por qué no recapacitáis? Claro que a mí supongo que no me vais a hace caso, pero admitid al menos, que pienso como vuestras madres, pues de lo contrario…
José Gea