Bien de acuerdo…, hemos de pasar por una prueba de fe y amor para demostrarle al Señor que creemos en Él en su existencia y en su loco amor por nosotros y consecuentemente nosotros le amamos y para, eso nos encontramos en este mundo a donde hemos venido con esa finalidad.

Pero uno se pregunta: ¿Porque hemos de pasar por esta prueba? A primera vista no parecer ser que haya una necesidad de soportar lo que soportamos en este mundo, si resulta que el Señor  nos quiere tanto. El tema no es tan simple y sencillo, como lo pueden plantear las escasas luces de nuestras mentes enanas.

Para conocer este porque, tenemos que tener  en cuenta varias circunstancias y condicionantes. Primeramente debemos de empezar por analizar hasta donde nos sea posible, cual es la naturaleza de Dios y a este respecto San Juan evangelista nos señala que Dios es amor y nada más que amor. (1Jn 4,16), no se trata de que Dios sea un ser que tenga y derrame mucho amor, no es tampoco, que la naturaleza de este formada por el amor en una parte aunque esta sea importante. No, no es eso, es que Dios es el amor y solo amor.

De la misma forma que otros seres pueden, estar plenos de odio, pero inicialmente su naturaleza no era de odio sino que este es sobrevenido con posterioridad, como es el caso del demonio y de los demonios, que inicialmente eran ángeles criaturas de amor; en el caso de Dios siempre ha sido el amor su esencia, Él es eterno es el alfa y omega, y entre al alfa y el omega existe y existirá Él.

Los ángeles también pasaron por una prueba, de la que realmente no sabemos, en qué consistió esta, pero si sabemos por revelación de San Juan en el Apocalipsis, que un tercio de los ángeles, capitaneados por un querubín del primer coro de ángeles llamado luzbel, se sublevaron al grito de non serviam, es decir: no serviremos, lo cual nos hace pensar en, que la rebelión fue un acto de soberbia. Pero es también de pensar que con anterioridad a la rebelión, estos ángeles vivían en el ámbito del amor de Dios ¿Qué fue lo que les movió a cambiar el amor por el odio? Indudablemente tuvo que ser el no haber superado esa prueba cuyo contenido desconocemos. Donde falta el amor, el vacío que se crea lo ocupa su antítesis que en este caso es el odio, y este odio les debió de sobrevenir al no aceptar a Dios, que es como no aceptar el amor, por lo que la naturaleza de estos ángeles quedo transformada, y esa transformación y  como consecuencia de esta transformación debieron de levantarse al grito de non serviam contra Dios. 

Pero refiriéndonos ahora al tema de nuestra propia prueba como seres humanos, para examinarla es indispensable que partamos de un principio indiscutible que nos dice, que Dios es el alfa y el omega absoluto. Él no ha tenido nunca principio ni jamás tendrá fin, el amor le ha sido constante en Él porque Él es el amor y nada más que amor. Y sentado este principio básico de lo que es Dios, ocurre que el amor tiene unas determinadas características que son propias a los que aman y mucho más a Dios que es amor y nada más que amor. Y entre todas las características del amor hay tres que nos conviene destacar para comprender la prueba de fe y amor que estamos pasando en esta vida y que Dios desea mucho más que nosotros mismos que la pasemos. La primera es la reciprocidad la segunda es la libertad y la tercera es la asemejanza

            Conforme a la reciprocidad, este principio es propio, no solo del amor divino sino de su copia que es el amor humano, pues este no es más que un reflejo del amor de Dios, que es el único generador del amor. Todo el amor emana siempre de Dios, y Dios bendice nuestro amor humano, cuando este es reflejo de su propio amor, pero le ofende a eso que nosotros llamamos amor, a lo que de amor solo tiene el nombre. La reciprocidad pues, es característica propia del amor divino y del humano cuando este es auténtico reflejo del divino.

El amor tiene que ser necesariamente reciproco entre las partes, y Dios desea ansiosamente que le seamos recíprocos a su amor. Cierto es que hay personas que están en este mundo y no aman a Dios y Él las tolera con la esperanza de que tarde o temprano acudan a Él y acepten su amor. Nosotros estamos todos aquí viviendo dentro del ámbito de amor de Señor, tanto los que le aman como los que le ignoran o lo que es peor, estúpidamente le combaten a Él. Pero al final de esta vida aquel que no haya aceptado el amor que el Señor constantemente ha estado ofreciéndoselo a lo largo de su vida, al morir sale del ámbito de amor y ese vacío que se le produce en su ser es rellenado de inmediato por la antítesis del amor que es el odio, y su destino será el lugar del odio y las tinieblas, lugar este para el que no ha sido creado, lo cual  da origen a un sinfín de problemas para él.

            La segunda característica del amor en este caso es la libertad. Nadie puede amor coaccionado, para saber si un amor es auténtico y sincero, es necesario que el amor se exprese con libertad absoluta. De aquí la libertad que Dios nos ha dado a todos para que aceptemos libremente su amor o no lo aceptemos. Porque si el amor, se da condicionadamente, deja de ser amor.

            La tercera característica es la asemejanza, el amor asemeja a los que se aman. En el amor humano tenemos la expresión, que dice que: Dos que duermen en un colchón se vuelven de la misma opinión. Todos sabemos lo que es la imitación de Cristo es indudable, que entre nosotros el que más ama a Cristo es decir, el que se asemeja a Él, es aquel, que trata de seguirle imitándole. El por nuestra parte busca la imitación de Cristo, es una inteligente forma de asegurarse la eterna salvación, porque para imitarle hay que amarle, y el que más le imita es el que más se le asemeja y por lo tanto en que más le ama.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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