La santa astucia que propone el Papa al católico para sortear las trampas saduceas, preguntas con truco, que le tiende el mundo no tiene nada que ver con la del ejecutivo que genera una alarma infundada en la bolsa para comprar repsoles a bajo precio en el parqué madrileño. Es, por el contrario, una astucia defensiva, algo así como sonreír a Herodes antes de decirle ahora vuelvo cuando te pide la dirección de la guardería. 

Herodes, hoy, es el laicismo sibilino que entona cantos de sirena para atraer a los creyentes con el embuste de que él también se da paseos el que anduvo en el mar. El laicismo utiliza la piel de cordero cuando invita al católico inocente a mirar con sus ojos a Cristo, que es un modo de ver a Jesús como a un hombre bueno y puede que santo, pero hijo de José, no de Dios, por lo que conviene utilizar la santa astucia con esta gente para que no capte que el católico pone la otra mejilla no más que para que el laico tenga las manos ocupadas.